La Carrera

Quisquillosos

La gente puñetera no se cosca del mérito que son tres años sin presupuestos.

José Ángel Marín

Jaén

Lunes, 1 de diciembre 2025, 23:51

La gente no tiene corazón, leñe. Pues no van y piden elecciones. Ah, y hay otros aún más aviesos que quieren que Sánchez dimita, como ... si fuera posible la vida sin él. ¡Usted se imagina que nos faltara! Ni por un instante, ¿verdad? No cabe en cabeza humana semejante desafuero. Pero, como soy temerario, por un momento -uno solo-, lo he imaginado: ¿Qué sería entonces de ese puñadito de asesores enchufados en Moncloa, de los arrimados eventuales que palmotean y cobran? Y, ¿qué sería de nosotros sin adalid y guía, sin sus proverbiales cambios de opinión, sin su rumbo cierto al paraíso igualitario a bordo del Falcon?

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La gente es quisquillosa. Hay que ver cómo se ponen algunos por unas chiquilladas: por la condena al fiscal general y sus virtudes para la guerra política, por la anécdota de las saunas, las putas y la cocaína, por las travesuras de sus compadres del Peugeot, por las comisiones ilegales de esos inquilinos de la trena que han de dar tantas tardes de gloria.

Sí, la gente anda algo chinchosa. Sin motivo, el personal chinchorrea por las cuatro mordidas de Ábalos, Koldo y Cerdán, por la fontanera, por los sobres en metálico, por la destreza con las facturas falsas, por la RTVE convertida en lavadora de pufos, por la imposibilidad de legislar y el hallazgo de una minoría de bloqueo, por intimar con Bildu y jugársela al Monopoly con separatistas, por hacerle ojitos a Maduro, y por esos fraternales dividendos mientras la catedrática chapotea en el tráfico de influencias.

La gente puñetera no se cosca del mérito que son tres años sin presupuestos. Sí, los curritos no comprenden que lo mejor está por llegar, y por eso hay que aferrase al poder y doblegar a los jueces; en ello es mano de santo atacar al Supremo, sobre todo si allí están haciendo hueco en el banquillo. Ojalá capten ahora los españolitos que conviene liquidar la separación de poderes y todas sus molestias.

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La gente no lo pilla: Nuestro líder, consumado malabarista, hace de las mentirijillas proyectos de Estado y de la política un show mediático. Lástima que el vulgo no aprecie al gobernante fetén que trafica con prebendas. De ahí la magia de nuestro Sánchez, un mago que convierte el poder en privilegios y estos en negocio familiar.

Menos mal que algunos tenemos clara la consigna: que hablen de nosotros, aunque sea mal. Y sí, prueba conseguida, España ya está en el centro del escándalo. Objetivo logrado frente al acoso de la fachosfera, de esos que devoran niños por las esquinas.

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En fin, no sé a qué tanta escandalera. Pelillos a la mar, pues la democracia bien entendida empieza por una autocracia según los cánones monclovitas. Y que se chinchen los insidiosos, pues nuestros tertulianos alientan un relato de alto voltaje: Nada mejor que una apariencia de democracia, que, aunque varada en el roquedo de la corrupción, es nuestra única aspiración.

Lo importante es gestionar la pobreza y anestesiar la conciencia colectiva. Amén.

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