Jinhyung Park de Corea del Sur, durante el Jaén de piano. EFE

El Colache

Enfilaron la 'ruta de las tapas' que tan nutrida se muestra a propios y extraños en una de las más señeras rúas jaeneras: la calle Maestra

JOSÉ ÁNGEL MARÍN

Jaén

Lunes, 24 de abril 2023, 22:40

Érase una vez un coreano, un japonés y un húngaro; los tres pianistas de valía que llegaron a tierra olivarera y concluyeron su estancia como ... finalistas de la reciente edición del certamen de piano. Un sureño coreano, un nipón y un magiar de traza serbio-balcánica, que demostraron elevadas cualidades interpretativas y capacidad técnica sobre el teclado de ese instrumento tan complejo, a medio camino entre los de cuerda y percusión, tras dejar por el camino a otros 60 concursantes procedentes de una veintena de países.

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El coreano, que a la postre resultó vencedor, afrontó su actuación como lo hacen los grandes pianistas: con seguridad solista frente al mecanismo, ajustado dinamismo y vivacidad testada en cada una de sus variaciones, por lo que el coreano despejó del ambiente cualquier duda sobre si sería él merecedor del 'Premio Jaén' en esta edición.

El japonés, uno de los más jóvenes participantes en el certamen de este año, mostró sin exhibiciones su pulso ante el teclado, también sin la trascendencia que exigía el repertorio; escasamente dialogante en algunos tramos con la sinfónica de Málaga en su versión nipona de la Appassionata de Beethoven, que –para consuelo de muchos- luego mejoró en la tercera prueba. Destellos de esperanza y destreza no faltaron al más lampiño de los tres finalistas.

El húngaro-serbio derrochó experiencia y tiró de oficio en la prueba de música de cámara, para luego entrar en planicie sobre la composición de Solana, dejando sin realce los énfasis registrados en ciertas secuencias de la obra del maestro madrileño; pese a lo cual se llevó el galardón del público, siempre presto a colmar a quien acredita mérito y tablas en su palmarés.

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Resuelta la final con tres edificantes conciertos, de los cuales cabe reseñar que dos giraron sobre partituras de Schumann y un tercero que asentó en las emblemáticas y más coetáneas notas de Prokofiev, digo, que a la mañana siguiente salieron los tres finalistas, cada uno por su cuenta, a dar un paseo por la capital jaenera que los había laureado.

Los tres, un coreano, un japonés y un húngaro, coincidieron en el centro histórico, sortearon montoneras de adoquines electorales en la calle Campanas, saltaron burladeros plebiscitarios en la Plaza Santa María, y, después, enfilaron la 'ruta de las tapas' que tan nutrida se muestra a propios y extraños en una de las más señeras rúas jaeneras: la calle Maestra.

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Allí creyeron les esperaba esa otra recompensa: la del surtido de ibéricos, alcaparrones fuera de temporada o quizá unas aceitunillas bien regadas de espumosa fresquita. Pero no. Para su perplejidad, esa 'ruta de tapas' de la que tanto oyeron hablar, sí, estaba en la calle Maestra, junto a la Catedral, pero no era tan gastronómica como les dijeron. El nuevo 'museo de tapas' que puede aquí visitarse (no solo en la Maestra), es poco inspirador de armonías musicales, pero todo un manual para expertos jugadores de 'El Colache'.

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