Un agente de Policía Local regula el tráfico en la Puerta Barrera de la capital jienense, en una imagen de archivo. A. C.
La Carrera

Balizas

En ningún otro país de Europa, ni del mundo, se exige semejante cachirulo rastreador.

José Ángel Marín

Jaén

Lunes, 17 de noviembre 2025, 23:40

Se acerca la fecha, el grandioso día en que una vez más los españoles vamos a ser pioneros. Bueno, seamos precisos, nos van a obligar ... a ser los primeros en llevar en el coche un cachivache más. Esta vez el postizo es una baliza que costará unos 50 pavos por vehículo. La baliza V16, que ese nombre han puesto al chisme, va a desbancar a los triángulos de señalización que ahora llevamos en el carro. El nuevo chirimbolo será obligatorio en España para 32 millones de vehículos. Todo un chorro de financiación extra para el Estado. Un 'negociete' que –para empezar- va de 900 a 1.600 millones de euros del ala.

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Menos mal. Me tenían preocupado. Ya estaban tardando en sorprendernos con alguna revelación para empezar el año, con alguna otra cobranza añadida. Sí, a partir del 1 de enero de 2026, nos endilgan otro aparatejo que, a la consabida señal luminosa, incorpora un dispositivo de geolocalización, de teledetección mediante un sistema de conectividad. Vamos, una conexión de datos que –digo yo- alguien gestionará de mil amores.

Ojo al parche. La gracieta solo se impone en España. En ningún otro país de Europa, ni del mundo, se exige semejante cachirulo rastreador. Algunas naciones lo aconsejan, pero sin imposición. Una cosa es que algunos países recomienden portar una baliza luminosa de señalización, y otra que obliguen a una conectividad que permita el acecho. La idea de la baliza pasa por alto que la gente usa móvil, y raro es el utilitario que no cuenta ya con modernos dispositivos que dan aviso del percance.

La baliza V16 trae consigo un tufillo recaudatorio -dicen los malpensados-, y sobre ella sobrevuelan también sospechas de control 'big data' escamotadas en el buen rollito de la seguridad vial. La baliza y su cacareada conectividad se impone aquí por decretazo, y solo a los conductores españoles que, claro, entrarán a por uvas sin dudarlo, pues siempre será más barato mercar el trasto que la multa aparejada. (A partir de enero el regalito de la sanción si te falta la baliza V16, o por usar los triángulos, sale por un pico: de 200 a 800 euros).

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Esto de dedicarse a complicar la vida al personal es un hobby que practican con saña nuestros desgobernantes. Y, encima, anda que no mola controlar el histórico de ubicaciones y cobrar también por el tejemaneje y chalaneo entre compañías telecos y aseguradoras, sobre todo si hablamos de encasquetar –cuando toque- suscripciones obligatorias, o de renovar la conectividad pagando cuota anual.

En fin, cuando el sermón de la seguridad entra por la puerta envuelto en celofán y farfolla, la privacidad y las libertades ciudadanas salen por la ventana. Suerte que estos adorables jetas que tanto inventan en su beneficio, nos dan sebo populista y así todo cuela. Con la dulce palmadita demagógica en la espalda, quién es capaz de negarse a bailar en este circo de cinco pistas en que han convertido la realidad. Así que vayan haciendo hueco en el maletero.

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