La Transición, parteaguas en la historia de España

José A. Delgado

Pedagogo

Viernes, 21 de noviembre 2025, 23:13

Los españoles nos desenvolvemos como ciudadanos en un régimen democrático –con sus imperfecciones como todos– pero de libertades al fin y al cabo. No obstante, ... llegar hasta aquí no fue cosa fácil: de esto hace ya cincuenta años. Son los transcurridos durante el periodo 1975-2025, o lo que es lo mismo, el año en que muere el dictador Francisco Franco y nuestros días. Felipe VI ha otorgado el Toisón de Oro al expresidente del Gobierno Felipe González, a Miguel Roca Junyent y a Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón. Ha sido un reconocimiento a su entrega al servicio de España y por el papel jugado en la Transición, la etapa más importante de la historia de este país en el ultimo cuarto del siglo XX. En 1975 España inició un largo y difícil camino para recuperar las libertades.

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Pedro Sánchez presentó el 8 de enero de 2025 en el Museo Reina Sofía el ciclo de actos conmemorativos de los cincuenta años de la muerte de Franco y el comienzo de la Transición. Su lema fue «España en libertad. 50 años». Su finalidad es «Recordar y celebrar los importantes avances logrados en las últimas cinco décadas, y transmitir el valor de la democracia en un momento en el que ésta da signos de retroceso en buena parte de Occidente». La Transición fue el paso, liderado por Adolfo Suárez, de un régimen dictatorial –el de Franco– a otro democrático. Desde mi particular visión, nos trajo la libertad y modernizó España quitándole el lustre casposo y triste que tenía, supuso un cambió significativo en nuestras vidas, sentó las bases del Estado del bienestar y nos situó en el concierto de las naciones europeas: el 12 de junio de 1985 Felipe González firmaba la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea.

No existe un acuerdo entre los historiadores sobre cuándo comienza y finaliza este periodo. El consenso más aceptado es que se inicia con la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975 y termina el 28 de octubre de 1982 con la victoria del PSOE en las elecciones generales sentando en el Congreso a 202 diputados. El hito de más calado fue el nacimiento de la Constitución de la mano de Gregorio Peces-Barba, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, Jordi Solé-Tura, Manuel Fraga Iribarne, Gabriel Cisneros Laborda, José Pedro Pérez-Llorca y Miguel Roca Junyent. Sí existe unanimidad en que nuestra democracia nació fruto del pacto y no de la ruptura. El cuadro de Juan Genovés «El Abrazo», que puede contemplarse en el Congreso de los Diputados, es la imagen simbólica más representativa de reconciliación nacional.

Para que la Transición fuese posible todos cedieron parte de sus planteamientos ideológicos: Santiago Carrillo (PCE) aceptó la monarquía como forma de Estado; Felipe González (PSOE) renunció al marxismo; y Manuel Fraga (AP), que estaba en las antípodas de sus postulados, transigió con muchas de sus propuestas. Esta etapa se personalizó en el rey Juan Carlos I y en su profesor de Derecho Político Torcuato Fernández-Miranda, presidente de las Cortes, del Consejo del Reino y autor de la Ley para la Reforma Política (1976) bajo el principio «De la ley a la ley a través de la ley»: se le considera el padre jurídico de dicha etapa.

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Pero fundamentalmente quedó identificada en la persona de Adolfo Suárez. Carlos Arias Navarro –'Carnicerito de Málaga'–, franquista y alcalde de Madrid (1965-1973) fue el primer presidente de la monarquía. Ya ha quedado en la historia de España su imagen ante una televisión en blanco y negro balbuciendo la frase «Españoles, Franco ha muerto». Una persona de escasa convicción democrática que casi se desmaya al pronunciar esas palabras, a todas luces no era el político más adecuado para llevar a cabo la tarea que esta nación tenía por delante. El rey Juan Carlos I logró su dimisión y nombró presidente del Gobierno a Adolfo Suárez (1975-1981), que era ministro secretario general del Movimiento. Un animal político a quien, como siempre ocurre en nuestro país, sólo después de muerto se le han reconocido sus méritos. También por Alfonso Guerra que lo llamó 'tahúr del Misisipi'. La legalización del PCE fue una de sus jugadas maestras a pesar de que era consciente del impacto que supondría en la sociedad española y del riesgo que corría. Estaba convencido de que sin los comunistas la Transición no hubiese sido ni posible ni creíble. Lo hizo el sábado de gloria del 9 de abril de 1977 y la noticia fue dada en RNE por el periodista Alejo García con voz entrecortada: él mismo explicó el porqué.

Suárez se propuso tres tareas. Un pacto social para resolver la crítica situación económica materializado en los Pactos de la Moncloa; la elaboración de una Constitución que se consagró en 1978; y el encauzamiento de los nacionalismos: las tres las consiguió. Político de raza, causó admiración entre propios y extraños con la excepción de Ricardo de la Cierva, catedrático de Historia Moderna y Contemporánea, muy extrañado por su nombramiento. El 8 de julio de 1976 escribió en El País un artículo con este título: «¡Qué error, qué inmenso error!», dando el mayor patinazo de su trayectoria profesional. Curiosamente, ¡la vida da sorpresas!, fue ministro de Cultura de su Gobierno.

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Hay dos gestos del presidente que ya han quedado grabados en nuestra retina. El primero reclinado en su escaño mirando al techo del hemiciclo con una expresión de satisfacción al oír a Torcuato Fernández-Miranda decir «Queda aprobada la Ley para la Reforma Política»: era el 18 de noviembre de 1976. Y el segundo, cuando el 23 de febrero de 1981 una banda de guardias civiles al frente del bigotudo teniente general Antonio Tejero asaltó el Congreso de los Diputados: «Quieto todo el mundo, al suelo todo el mundo». Suárez se levantó de su escaño, jugándose la vida al defender a su vicepresidente del Gobierno y teniente general Gutiérrez Mellado que estaba intentando parar físicamente a Tejero. Quedaba claro que el grito «Quieto todo el mundo» no iba con él. A su muerte, el 23 de marzo de 2014, recibió los honores de un funeral de Estado. En su epitafio se puede leer: «La concordia fue posible».

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