Hablemos de suicidio

Necesidad de una apuesta política clara y valiente ante las altas tasas de suicidio

Joan Carles March

Jueves, 4 de julio 2024, 23:24

El suicidio ha dejado de ser la primera causa de muerte externa en nuestro país. Según el INE, 3.952 personas fallecieron por suicidio el ... pasado año, un 6,5% menos que en 2022. Pese a que el dato parece alentador, pido prudencia con estas cifras al ser todavía provisional y además pido una apuesta política clara y valiente ante un problema muy importante, porque no debemos analizar solo la foto de 2023, sino la película completa a lo largo de los años.

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Explicaba la profesora de Sociología del País Vasco Cristina Blanco que hay que analizar las cifras de 2023 como unos dientes de sierra, con subidas y bajadas. Y que en 2023 toca bajar algo (un 6,5% respecto al año anterior), como ocurrió en 2015 (bajó un 7,8% con respecto al año anterior), o en 2010, o en 2001... Añade además que el suicidio no se inició con la pandemia... (que parece que sí); existe desde los inicios de la historia. Y ante los datos existente hay que analizar la tendencia, no el dato de un año a otro, ya que las tendencias las marcan periodos de 3 o 5 años. Y la tendencia de la tasa general es también ascendente. Ha disminuido algo con respecto al año anterior, pero sigue siendo alta con respecto a épocas pasadas. Eso es lo que importa.

Apunta además: «Habrá que esperar unos años a ver si esta disminución del número de muertes y de la tasa de suicidios ocurrida en 2023 es simplemente un «diente de sierra» más, o realmente es el inicio de una tendencia real del descenso de este grave problema. Ojalá sea esto último. En todo caso, tenemos que seguir trabajando.

Y en este seguro trabajando, como dice mi amigo y gran profesional Miguel Guerrero, sobran muestras de preocupación, pesar, promesas, análisis preliminares y faltan estrategias sólidas, planes estructurales cohesivos, acciones basadas en la evidencia y un Plan Nacional de prevención, manteniéndonos activos y comprometidos con la mejora continua de nuestro sistema de salud, reduciendo las desigualdades sociales, con una mayor protección social y con mejores prestaciones públicas de calidad y accesibles a toda la población.

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Si analizamos con detalle las cifras, encontramos que la tasa de suicidio se sitúa en la actualidad en 8.8/100.000 habitantes (por debajo de la media europea y mundial), aunque en 2018 era de 7,2. Y ante ello, hay que poner énfasis en la acción y no solo en las palabras y en las declaraciones. Estas cifras nos deben hacer huir de todo triunfalismo, ya que lo que demuestra es que son la demostración desde mi punto de vista de un fracaso social colectivo. Es importante incidir en que detrás de estos números, detrás de estas tasas hay personas que han muerto, que han sobrevivido, y familiares y allegados que van a realizar un duelo muy complicado. Son pérdidas de vidas que en una gran proporción se podrían evitar con estrategias de prevención.

El número de suicidios descendió el año pasado por primera vez en España desde 2018. Según las cifras provisionales que el INE ha publicado, 3.952 personas se quitaron la vida (un 6,5% menos que en 2022), mientras siguen creciendo las caídas accidentales, que se han convertido en la primera causa externa (no natural): 4.018 decesos por este motivo en un año en el que la mortalidad general cayó significativamente (fallecieron 31.254 personas menos, una bajada del 6,7%), en buena medida, por el descenso de muertes por covid, de un 75%.

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El grueso de los suicidios se producen entre hombres mayores de 45 años y las cifras han descendido en 2023: 10 menores de entre 10 y 14 años y 63 adolescentes de entre 15 y 19 años se quitaron la vida, frente a 12 y 75, respectivamente, el año anterior. La mayor tasa de suicidios sucede en personas mayores de 79 años seguido de las personas de entre 50-59 años. En cambio, el mayor nº de personas fallecidas por suicidio se da en la franja de entre los 50-59 años. Los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres. Pero las mujeres lo intentan 3 veces más que los hombres. De todas formas, es importante decir que en ocasiones, se infrarregistren estos fallecimientos, pues es difícil discernir en algunos casos la intencionalidad de la persona.

Necesitamos poner en marcha ante el suicidio, un conjunto de acciones preventivas de todo tipo, en diferentes entornos y para distintos colectivos, y que existen muchos colectivos donde persisten conductas discriminatorias, de rechazo y de falta de compasión como las personas con enfermedad mental grave, personas sin hogar, supervivientes y sobrevivientes de suicidio, personas víctimas de abusos o pertenecientes a colectivos socialmente vulnerables. Además, es necesario resolver el acceso limitado a recursos sanitarios, sociales y comunitarios, porque creo que no hacemos lo suficiente y no hay una apuesta política clara y valiente para avanzar, porque los recursos destinados a la prevención en las últimas décadas han sido insuficientes.

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Estamos en un periodo de mayor sensibilización ante el suicido, se están derribando mitos, sesgos, prejuicios y estigma asociados a los problemas de salud mental en general y en la conducta suicida de forma particular, pero sin suficientes acciones y planes para frenar este preocupante fenómeno. Así encontramos junto a estos datos, que las conductas suicidas se sitúan ya entre los principales motivos de consulta en los servicios de urgencias y emergencias, con un aumento progresivo y exponencial en los últimos cuatro años, incremento que se sitúa en el 30% en el primer trimestre de 2024 en relación al mismo periodo de 2023. Sin embargo, ha habido algunos pequeños avances como que en mayo de 2022, se puso en marcha el 024, el primer teléfono nacional para prevenir el suicidio, que hasta mayo pasado, había recibido un total de 260.033 llamadas, de las cuales 12.846 fueron derivadas al servicio de emergencias 112 para dar una atención urgente a las personas en crisis. La mayor parte de las llamadas fueron de mujeres, aunque son los hombres los que más consuman el intento, ante lo que sería planteable un conjunto de acciones preventivas dirigidas específicamente al hombre de todas las edades, en el que la prevención del alcoholismo debe formar parte de las acciones a desarrollar.

Es necesario poner en marcha un plan nacional contra el suicidio que lidere el Ministerio de Sanidad y apliquen las comunidades autónomas con asignación presupuestaria para poder conseguir resultados. Las acciones puestas en marcha son necesarias, pero claramente insuficientes y se requiere un plan mucho más ambicioso, integral y coordinado para consolidar la posible tendencia, con campañas de sensibilización, estrategias de promoción de la conciencia social, planteamientos para derribar sesgos y mitos sobre el suicidio y de planes de alfabetización de la población, junto a un impulso a la investigación y a la posibilidad de recopilar más datos, así como crear espacios seguros limitando el acceso a métodos letales y proteger a los jóvenes del impacto negativo en las redes sociales e internet y de los determinantes sociales. Estamos aún lejos de alcanzar una sociedad informada, alfabetizada, más compasiva e inclusiva que permita generar un entorno de seguridad y protección para revelar sin miedo estos problemas ligados al suicidio.

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El silencio mata. El silencio invisibiliza.

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