Las persianas bajadas, los toldos echados y las cortinas corridas. ¡Que no se filtre una miaja de sol! Fue lo primero que hice al llegar ... ayer a mi covacha del Zaidín, como si viviera en un fuerte cercado por un enemigo exterior. Como si la avenida de Cádiz fuera El Álamo y los rayos ultravioletas, enemigos mortales.
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Tenía cita tempranera, a las 09.30, pero la cosa se alargó más de lo previsto y, encima, me fui a hacer trabajo de campo gastronómico por el Realejo, en busca de una nueva cafetería a la que le tengo echado el ojo desde hace semanas. Pero fracasé por culpa de mis dudas, inseguridades y titubeos. Para entrar a los sitios modernos y estilosos necesito una preparación mental previa que no había hecho. ¡Otro día!
Pasé por la frutería cerca del mediodía y andaban metiendo los higos y los melocotones para dentro, que la calor ya era una tórrida y abrasadora realidad y no una simple amenaza de la Aemet. No se hablaba ayer de otra cosa. O sí, pero no le hacíamos caso. Por ejemplo, de la investigación por el robo de alcantarillas en nuestra ciudad, un tema de enjundia –no estoy de cachondeo ni va con 'malafollá', lo juro– o de la estupenda renovación de Pere Tomás por el Covirán. Pero no había calor. Digo color.
Para selfis arriesgados, los hechos frente a los termómetros de nuestras calles y plazas, acercándose peligrosamente a los 50 grados. Ya sabemos que no son fiables, pero dan más morbo que hacerse una 'foti' a la pata coja al borde de un acantilado ventoso.
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Me encerré en casa y pensé poner el móvil en modo avión, no fuera a ser que se le ocurriera a alguien decir de quedar para salir. Pero luego pensé que no habría nadie tan osado, tan aventurado. Y que, en cualquiera caso, la respuesta se escribía sola: «¿'Tas' tú tonto o qué? Antes me hago trumpista que poner un pie en la calle en lo que queda de día».
Y así fue pasando la tarde, escribiendo entre penumbras y leyendo precisamente un western existencialista, el extraño 'Abel' de Alessandro Baricco. Entonces me llegó un change.org para parar la tala de árboles en Cervantes, una nueva amenaza de aberración arboricida de la que tenemos que hablar.
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