Les decía estos días que, al vivir entre burbujas culturales y gastronómicas, me cuesta seguirle el pulso al resto de la actualidad. Con lo de ... la zona azul aún no me aclaro, sin ir más lejos. No sé qué es progresista y qué es conservador. No sé qué pensarán quienes pagan religiosamente una plaza de aparcamiento, por ejemplo. ¿Les daría coraje ver cada día las calles de su entorno convertidas en aparcamiento gratis para terceros y se habrán puesto tan contentos ahora que son de pago? ¿Eso sería envidia? ¿Malafollá?
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O los que viven en esas fantásticas urbanizaciones de los pueblos de fuera de Granada, en sus casas con jardín y/o piscina, respirando un aire mucho más limpio que el de la capital. ¿Está bien que ahora tengan que rascarse el bolsillo por aparcar en la ciudad que contribuyen a contaminar? En fin. Un lío.
Tampoco le presté mucha atención a una noticia de hace unos días: 'Un modificado en el vial peatonal del PTS a Armilla demorará más de un año su culminación'. Y continúa la información: 'Los trabajos están paralizados por un desacuerdo urbanístico entre el Ayuntamiento y Fomento que obligará a estrechar el carril'.
¡Qué maravilla, leer cosas así! A veces tiene uno la sensación de que Granada es otra, de que ha cambiado. Pero no. Este tipo de demoras nos recuerdan que vivimos en la Granada de siempre, la eterna y la inmutable.
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¿Se imaginan que un desacuerdo como ese afectara al tráfico rodado y a una rotonda? ¡Lavín, la que caería en las redes! Conductores iracundos e irritados, cortes de tráfico, manifestaciones… ¡No sin mi rotonda! Pero al tratarse de una infraestructura para peatones… ¿A quién le importa? No me ha parecido leer que a nadie le haya importado un carajo el tema. Un vial peatonal no tiene quien se manifieste por él. Ni quien se encadene a una máquina pisasuelos. Un vial peatonal ni siquiera tiene a quien le escriba.
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