Trenes de puntualidad prusiana

Jesús Lens

Granada

Martes, 26 de agosto 2025, 22:32

Conmocionado. Les escribo desde la ciudad polaca de Gdansk, he pasado casi cinco horas en su museo dedicado a la II Guerra Mundial y, como ... también estuve en Auschwitz, el impacto es muy brutal. Necesito digerirlo y asimilarlo para escribir de ello. Pero no tardaré mucho, que el año pasado les dije lo mismo sobre el Mar de Aral a mi vuelta de Uzbekistán y nunca lo hice. Porque es volver a casa y las cosas del día a día nos atrapan y nos entretienen más de la cuenta.

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Sí voy a aprovechar esta primera columna de vuelta de vacaciones para conectar mi viaje a Polonia con la actualidad de nuestra tierra. Llegamos a Varsovia en avión desde Málaga y luego, para viajar a Cracovia, Breslavia; Turum y aquí; nos hemos movido en tren. Más allá de un cambio de andén que nos confundió el primer día, ha resultado una forma de trasladarse cómoda, económica y, lo que es más importante, muy, pero que muy fiable.

Hubo un día en que el tren se quedó súbitamente parado en mitad de ningún sitio y automáticamente pensé para mis adentros: «¡Ya está! Como nuestro AVE. Si es que no puede ser…». Pero no habían pasado dos minutos cuando estábamos de nuevo en marcha. No me dio tiempo ni a buscar el nombre del ministro de Transportes polaco para ver si también es un tuitero enfervorizado como el nuestro y comprobar si, mientras los trenes agonizan en mitad del páramo, él está entretenido metiendo cizaña a los de la oposición, sea por los incendios forestales o por cualquier otra cosa.

En los cuatro viajes que hemos hecho en tren, solo uno de ellos llegó con retraso a su destino. ¡Con un minuto exactamente! Algo increíble y alucinante para los estándares que manejamos en España.

No puedo sacar ninguna conclusión más a partir de ese dato sobre las diferencias y las semejanzas entre ferrocarriles y medios de transporte, pero me parece importante y significativo. Por ejemplo, lo que me pasó preparando el programa del festival Biotopías dedicado a las artes, las letras y las ciencias y su relación con la naturaleza, que lo tenemos a final de septiembre. Vi que una invitada nos proponía llegar en tren desde Madrid un par de horas antes de su bolo y me eché a temblar. Y a buscar alternativas rodadas. Demasiado riesgo. ¡Eso es vivir al límite!

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