Titular de IDEAL: 'La cosecha de subtropicales de la Costa caerá un 50% este año por la falta de agua'. Titular de los gordos, bien ... visible. La completa información de Pilar García-Trevijano habla de cortes de agua, sequía, pantanos bajo mínimos, talas de árboles y destrucción de empleo.
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En la misma página, otro titular: 'El miércoles —hoy, o sea— el día más tórrido de la cuarta ola de calor de verano'. Sin olvidar que julio de este año ha sido el mes más cálido jamás registrado, de acuerdo con Copérnicus, el Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea.
En la contraportada, Fernando T. Maestre, biólogo y experto mundial en zonas áridas, deja otros dos titulares: «Llegará un día en que peligrará el suministro de agua» y «debemos ponernos manos a la obra para adaptarnos a la nueva realidad climática». Y en una de las páginas de Sociedad: 'Las ciudades españolas abren sus refugios climáticos frente a la ola de calor'.
Desde luego, no podemos decir que no estamos informados. Hay gente convencida de que todo lo referente al cambio climático es una pamema, un invento de los Amos del Universo para seguir haciendo negocio y lucrarse con ello. Habla de dictadura climática y utiliza un lenguaje conspiranoico que termina desembocando en una de esas verdades supuestamente irrefutables: en verano hace calor. Y ya.
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Me resulta curioso y llamativo ese argumento. Como el famoso 'siempre se ha hecho así', cada vez que se plantea la mera posibilidad de un cambio en cualquier orden de nuestra vida. ¡Que se lo digan a los impresionistas, en el mundo del arte! ¡Y a los sonidistas, cuando el cine mudo! Y no digamos ya a aquel loco de Colón, empeñado en buscar otra ruta para ir a las Indias, cuando todo el mundo sabe que a las Indias se va por donde se ha ido toda la vida y que más allá hay monstruos.
¿Y qué decir de los médicos y científicos? ¿Para qué tanta experimentación y tanto avance? Si la esperanza de vida a finales del siglo XIX estaba en los 48 años, por algo sería.
Tratar de convencer a un conspiranoico de la emergencia climática es darse cabezazos contra la pared. No merece la pena siquiera intentarlo. Lo importante es que el resto nos concienciemos y, además de exigir propuestas, ideas y soluciones a los mandamases, prediquemos con el ejemplo. No podemos hacer grandes cosas, pero sí muchas pequeñas.
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Eso sí, quienes vuelan en aviones privados y circulan en coches que parecen tanques, que se abstengan de dar un solo consejito de mierda. Tengan por seguro que no me van a hacer sentir culpable por coger un avión comercial para viajar 5000 kilómetros una vez al año mientras ellos usan sus jets hasta para salir de compras. ¿Contradicciones? ¿Incongruencias? Sin duda. Pero o jugamos todos o rompemos la baraja.
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