Pedro Sánchez ha anunciado a sus 22 ministras y ministros, un equipo con hechuras de selección futbolística, y no hay rastro de granadinismo en él. ... Tampoco se esperaba, así que no podemos hablar de decepción. Desde que José Antonio Montilla volvió a sus cuarteles de invierno, el peso del PSOE granadino en Madrid es liviano como la famosa 'piuma al vento'. A ver si en la pedrea de las secretarías de Estado cae algo…
Publicidad
Dicho lo cual, ayer quería dedicar el desayuno a conocer mejor a los susodichos 22 de Sánchez. Como tenía que hacer una gestión fuera del barrio, cambié mis cafeterías habituales del Zaidín por una que me pillaba de paso. Apenas había una persona en la barra y tres clientes sentados a una mesa. Silencio sepulcral. Una vez servida la comanda y mientras leía mi IDEAL, los vecinos de mesa iniciaron una videollamada.
En la conversación a cuatro bandas, la voz cantante la llevaba un mangallón de 120 kilos embutidos en chándal gris de baratillo. Junto a él, su hermano y su madre. Al otro lado de la pantalla, una chica joven. Tanto que, en teoría, debía estar en el instituto. Pero se ve que no. Porque estaba allí, en formato plasma.
El volumen de la conversación fue creciendo de forma exponencial, como pasa siempre que hay medios digitales de por medio. Sobre todo porque al hermano del macho alfa del grupo le sonó el móvil y se puso a hablar del bono social que le tenían concedido mientras los otros seguían con su apasionante conversación.
Publicidad
Ojo ahora. Si está usted desayunando mientras lee esto, le advierto que no es muy agradable lo que viene. En un momento dado, el grisáceo golfante le dijo a la muchacha que no tenía por qué enfadarse. Que la otra noche le había colgado porque su «mama» le estaba llamando. Que no la insultó. Que solo le dijo que la volvería a llamar siempre que no estuviera 'arrascándose' los huevos o haciéndose una p… Ella se rió.
¿Por qué no habría música ambiental en esa cafetería, death metal a ser posible? ¿Por qué no tenían encendida la tele con alguna tertulia y los invitados despellejándose a grito pelado? Pagué y salí pitando. Un rato después, en Picasso Cómics, hojeaba una atractiva adaptación en viñetas de relatos de Charles Bukowski. Lo dejé en la estantería. Bastante realismo sucio había tragado ya.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión