¡Ya está aquí el Picasso de la polémica! El Picasso perdido pero nunca robado. El Picasso tan despistado como bien custodiado. El Picasso que ... nos hizo fantasear con una trama negro-criminal de altos vuelos y que no tardó en desinflarse como un suflé artístico. Desde esta mañana, 'Naturaleza muerta con guitarra' se puede contemplar en la sala de exposiciones temporales del Centro Cultural CajaGranada en el marco de la exposición 'Bodegón. La eternidad de lo inerte' y que tengo muchas ganas de ir a ver, haciendo doblete con la muestra dedicada a Pablo Iglesias –el genuino y original– organizada por la activa e inquieta Sociedad Fabiana Española.
Publicidad
Durante tiempo no entendía los bodegones. En el sentido metafísico de la cuestión. ¿Para qué sirve un bodegón, no por casualidad llamado 'naturaleza muerta'? Mi caída del caballo se produjo durante una conversación con Jesús Conde, cuya exposición en la galería Ojos del Barroco también estoy loco por ver, por cierto. Bebíamos manzanilla un día de mucha calor y, hablando de pintura, me insistió en que subiera al Museo de Bellas Artes a contemplar, además de ver, el famoso 'Bodegón del Cardo' de Sánchez Cotán.
Es lo que nos contaba el pasado viernes el artista Luciano Sánchez: debemos prestar más atención a las obras, no recorrer los pasillos de los museos 'a tó meter', como si tratáramos de batir el récord mundial de cuadros vistos en menos tiempo. Subí a la Alhambra y me detuve frente a ese prodigio de austeridad y, desde entonces, me aficioné a los bodegones. Tanto que, en el Louvre de París, me entregué a una exposición temporal descomunal: 'Cosas: una historia de la naturaleza muerta' dedicada al género. Había piezas tan impresionantes que rozaban lo gore. Antes sólo prestaba atención a los cuadros 'narrativos' que contaban cosas. Después me dio por pensar que hasta la obra de Hopper que tanto me fascina nos muestra, en realidad, naturalezas humanas 'muertas'. El tiempo congelado. Ese instante decisivo en el que no pasa nada. Excepto la vida. Ahora que llevamos vidas tan aceleradas y azarosas, plantarse frente a un bodegón tiene mucho de simbólico y de actitud ante la vida. Lo estático puede ser extático. Y nos sirve, también, como memento mori y recordatorio de que, al final, estamos condenados a ser nada más que una naturaleza muerta. ¡Nos vemos frente al Picasso, un día de estos, aunque en realidad sea tan chiquitillo!
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión