La permanencia del tiempo

Jesús Lens

Granada

Martes, 21 de octubre 2025, 23:24

Esta noche, a las tres serán las dos. O a las dos serán las tres. ¡Esa frase! Me flipa el poder de evocación que tiene ... jugar con el tiempo de esa forma. Muchas veces he ironizado con ello: o todo lo que hagas en esa hora fantasma se pierde como lágrimas entre las gotas de la lluvia, al no existir; o cualquier error que cometas en ese intervalo es susceptible de rectificación y reparación durante la hora extra que nos depara el calendario. Ahora, sin embargo, Pedro Sánchez ha abierto el melón de terminar con el cambio de hora en 2026. Y me encanta. Me encanta que, por fin, podamos hablar de temas solo aparentemente banales como el tiempo. Y no me refiero a danas o sequías. Había pensado escribir sobre la cuota de los autónomos que anunció el Gobierno y que, a la vista de la que le cayó, tuvo que echar para atrás. ¡Hasta Yolanda Díaz le enmendó la plana al Ministerio del ramo, tildando la propuesta de regresiva! Y es que no vean la tirria que parece tenernos el Gobierno a los autónomos, oigan, que nos ven como a una vaca a la que exprimir las ubres sin descanso, además de ser sospechosos habituales de todo tipo de irregularidades y felonías. No me extraña que tanta gente quiera ser funcionaria. O youtuber en Andorra. Pero, como les decía, si podemos hablar del tiempo, como propone Sánchez en Europa, ¿para qué hablar de los autónomos? O de las chistorras. Y es que después de tanta intensidad, se viene bien un poco de charla blanca. Que si yo prefiero el horario de verano, que si los ritmos circadianos, que si odio que a las seis ya sea de noche, que si amanece que no es poco… Y es que no todo puede, no todo debe ser Netanyahu, Hamas, Putin y Trump. También quería hablarles de las buenas sensaciones, pero malos resultados del Covirán. Sin embargo, y ya que nuestro compañero José Manuel Puertas nos dice que es posible que haya movimientos en el mercado de fichajes a corto plazo, mejor no meneallo. Eso sí: ¡qué maravilla, el público entregado a Pablo Pin el pasado domingo! Cuánta emoción a flor de piel y qué sensación de comunión y fraternidad. Si es que a nuestro equipo de baloncesto hay que quererlo siempre, en todo momento y en todo lugar. Manque pierda.

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