Opinión

Mi paseo favorito (no compartido)

Jesús Lens

Granada

Domingo, 7 de julio 2024, 23:10

Ayer domingo, cuando la ciudad estaba medio abandonada, me calcé las zapatillas y mi vieja camiseta de Las Cabras Locas y me fui a trotar ... por mi ruta favorita, un paseo que rivalizaría en belleza con cualquiera del mundo que se les ocurra. Una ruta que ya no pienso compartir nunca más, por cierto. Si es usted habitual de esta sección, es probable que sepa a qué recorrido me refiero, que lo he contado otras veces. Pero nunca mais, insisto.

Publicidad

Habitualmente tranquilo y solitario, ayer había más gente de lo normal, a pesar de que pasaban las doce del mediodía y caía el sol de plano. Me crucé incluso con un grupo de turistas que ocupaba toda la calle y que no hizo amago de dejar paso a quienes veníamos en sentido contrario. Bastante debían tener con resoplar y abanicarse, los pobres. Al menos la fuente, mi fuente preferida del mundo mundial, estaba libre y pude beber largo y tendido.

A ver. No tengo nada contra el turismo, así como concepto. A mí también me parece un gran invento. De hecho, me gusta tanto ser turista que procuro serlo hasta en mi propia ciudad. Se van a reír, pero uno de mis ritos predilectos es salir del Zaidín y tirar para el Violón, cumplimentar a la estatua de los viajeros románticos de Ramiro Megías y 'cambiarme' las gafas de residente y vecino habitual por las de turista. Los pasos se hacen más cortos, las pulsaciones se relajan, miro más hacia arriba que hacia el frente y me dejo llevar.

Insisto: no tengo nada en contra del turismo… excepto cuando resulta depredador. Por ejemplo, fíjense la tontería, cuando un grupo de 30 o 40 personas okupa una calle estrecha sin intención de dejar pasar nadie más. Sí. El turismo es un maná y un negocio imprescindible, pero también empieza a ser un problema en determinados lugares.

Publicidad

Que a estas alturas de la película, la Junta de Andalucía todavía tenga dudas en aplicar o no una tasa turística en ciudades como Granada que venga a compensar las molestias, gastos e incomodidades que genera el turismo de masas es una de esas incongruencias que demuestra que la política vive en una realidad paralela a la de los ciudadanos de a pie y alpargata.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad