Ayer tuve que bajar de urgencia a la farmacia en busca de Gelocatil. Es cierto que la noche anterior me pasé con el vino en ... La Brujidera, que mi querido Luis Alberto Montes descorchó varias botellas de Vertijana 3 para celebrar la visita del novelista cubano Leonardo Padura, todo un Premio Princesa de Asturias de las Letras al que agasajamos con buenos vinos de la tierra. Pero la jaqueca no venía de ahí. El bum bum bum que martirizaba mis sienes provenía de intentar llegar al final de abstruso comunicado emitido por la Junta en el que mostraba «su absoluto compromiso» con el Parque de las Ciencias tras la polémica con el anuncio de la creación en Málaga de un constructo administrativo que… qué sé yo. Empezaba a leer la noticia publicada por IDEAL, que incluía entrecomillados como este, referidos al Parque: «El indiscutible centro de referencia internacional de la divulgación científica en el sur de Europa», y me daban mareos.
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Porque la cosa seguía así: «La Junta ha remarcado que el Parque de las Ciencias es un patrimonio de enorme valor que cumple un papel absolutamente fundamental en la transmisión del conocimiento, la cultura y el fomento de vocaciones científicas especialmente entre las generaciones que tendrán en sus manos el futuro de Andalucía, además de apoyar los proyectos investigadores y experimentación de nuevas metodologías en el ámbito de la didáctica de la ciencia y la formación científico-técnica que distingue al Parque, como la promoción de la innovación en el tejido empresarial».
Ni aquella vez que fuimos al Caminito del Rey, cuando todavía estaba escachifollao y hecho pedazos, sentí tanto vértigo y ansiedad. Si es usted capaz de leer el párrafo anterior de una tacada, sin atragantarse, le pago el café o la caña del domingo. Les ahorro el resto del mazacote emitido por la Junta con el que tratan de justificar lo injustificable: que mientras el exitoso y brillante Parque delas Ciencias de Granada está constreñido por un raquítico presupuesto que no le deja seguir creciendo, la Junta se va a gastar una pasta gansa en tratar de montar un híbrido malagueño de nuestra prestigiosa institución a través de la creación de un 'coso' llamado Instituto Andaluz de Divulgación Educativa de la Ciencia.
Cuando una administración opta por la verborrea institucional desatada y estira las frases como si fueran un chicle, llenándolas de palabros grandilocuentes, malo. ¡Que los árboles no te dejen ver el bosque! A mí, eso del «absoluto compromiso» me suena tan prometedor como el refrendo de un entrenador en el banquillo en plena crisis de resultados, se llame Cacique, Brugal o Bacardí, para terminar volviendo a Cuba, al alcohol… y al Gelocatil.
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