Leí con mucha atención la información de Pablo Rodríguez sobre un posible segundo Plan Alhambra. ¿Cómo es posible que Ayuntamiento y Junta estén en esas ... cuando, cuatro años después de anunciarse el primero, apenas se ha ejecutado un 25% de las obras previstas? La respuesta la encontramos al final del texto, una vez explicadas las vicisitudes, dificultades y contratiempos por los que están pasando los diferentes proyectos rehabilitadores. La clave nos la da Enrique Catalina, concejal de Urbanismo: «En los próximos meses se va a acelerar la ejecución porque ya solo resta la obra y es el apartado menos dificultoso».
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¿Cómo? ¿En serio? ¿He leído bien? ¡Quietoparao ahí! Repito: «Solo resta la obra y es el apartado menos dificultoso». ¡Acabáramos! ¿No es el mundo al revés? La pesadilla de cualquier ser humano normal y corriente que se enfrenta a unas obras, por aparentemente sencillas que parezcan, comienza el día en que los operarios entran por las puertas y pegan el primer espiochazo, martillazo o machotazo en una pared. Lo de antes, en comparación, era una broma.
Vale, vale. Es cierto que hay obras de tan complejo diseño que requieren de una exquisita planificación para vencer dificultades técnicas, humanas y hasta emocionales. Pero es que aquí, en Granada, todo tiende a enroscarse, embarullarse y enlentecerse de una forma exagerada.
El propio Enrique Catalina da otra de las claves: la dificultad de las restauraciones está en que «los proyectos implican a varias administraciones». ¡Ahora sí! Ahí radica la auténtica madre del cordero. En el embrollo administrativo que lo complica y lo lía siempre todo. Por eso seguimos sin Romayla, el Arqueológico continúa siendo de juguete, los Mondragones invisibles y Casa Ágreda una entelequia.
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No entro ahora en el fondo del asunto del Plan Alhambra ni a debatir si los llamados 'excedentes' del monumento nazarí deben dedicarse a arreglar entuertos municipales. Lo que me gustaría saber es quién y cómo fiscaliza su nivel de cumplimiento. Si en cuatro años apenas se ha ejecutado un 25% del primer Plan Alhambra, ¿debemos empezar a fantasear con el segundo? ¿Están nuestras administraciones preparadas para semejante empresa?
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