Me e encanta la cucada de foto. No es malafollá, ojo, que lo digo completamente en serio. Me gustó un montón la imagen de Juanma ... Moreno y Teresa Ribera, la ministra del ramo, vestidos de campo, con sus prismáticos, paseando por Doñana para escenificar el acuerdo al que han llegado Junta y Gobierno central. Llámenle postureo, posado, imagen, eco-publicidad… lo que ustedes quieran. Pero a mí me sigue gustando esa foto.
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En esta vida, hay cosas que uno piensa que son para siempre. Para toda la vida, como los diamantes. Uno nace, se entera de que Andalucía cuenta con uno de los paraísos naturales más importantes de Europa, crece y no se plantea, ni por un instante, que alguna vez pueda estar en peligro. Eso no podría ocurrir jamás. Y punto.
El equipo de tus amores podrá subir o bajar de categoría. Tu bar favorito, cambiar de camarero. Tu grupo de referencia, decepcionarte con un mal disco y tu director de cabecera rodar algo incomprensible. Cambiarás de trabajo, de ciudad y hasta de pareja. ¿Pero Doñana? ¡Por favor! Doñana no. Doñana siempre estará ahí, con sus lagunas, sus patos, sus encinas, ciervos, flamencos, dunas y arenales.
Hasta que un día empiezas a leer que no. Que ni siquiera Doñana está a salvo. Las razones, bien las conocen ustedes, desde el cambio climático a la explotación de los acuíferos por encima de sus posibilidades, los pozos ilegales, los regadíos… Leer frases como «Doñana, en peligro» o «Doñana se seca» era tan improbable como «Vuelve la peseta tras el crack del euro» o «Los nazis gobiernan de nuevo en Alemania».
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Pero vinieron Boris y el Brexit; Trump y el hombre búfalo, Milei y la motosierra; Puigdemont como hombre de Estado… Ya todo es posible. En Granada y fuera de Granada. Por ejemplo, que Doñana estuviera en peligro. Y eso, cuando uno pasa de los 50 palos, es tan complicado de asumir como la desforestación de la Amazonia, el cierre del Museo del Prado o la ruina de la Alhambra.
Por todo ello, celebro el acuerdo suscrito por la Junta y el Gobierno como algo histórico y necesario que, más allá de lo ecológico y lo económico y de romper con el enconado frentismo PP-PSOE, contribuye a hacer un poco más sólido y fiable el suelo que piso en estos tiempos líquidos. O gaseosos. Que nuestra realidad es cada vez más evanescente. Y estupefaciente.
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