Cabreos en Correos

Jesús Lens

Granada

Martes, 15 de julio 2025, 23:37

Llegas a casa, miras el buzón y está vacío. Sales de casa, vuelves a mirar, sea por inercia, sea por TOC y… ¡hay papelito! Pero ... no de publicidad, no. Hay papelito de Correos informándote de que, aunque estabas en tu casa, no debías estar en tu casa ya que ellos han intentado contactar contigo —cuando estabas en casa— pero no lo han conseguido. Ergo, no estabas en tu casa.

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Eso tiene unos indudables efectos positivos para el cerebro ya que te obliga a hacer memoria. ¿Estaría en la ducha o hablando por el móvil? ¿Tendría la música alta? No, no y tampoco. ¿Entonces? Entonces, lo que te toca, es perder una hora de tu vida. Ayer, por ejemplo. Que desde lo hondo del Zaidín hasta Puerta Real se echan sus veinte minutejos largos de caminata. Y luego… ¡a esperar! 35 minutos de reloj. Y no es por el verano, que cualquier otro día, más de lo mismo.

En el aviso de Correos ponía que atienden desde las 8.30 hasta las 20.30. Lo que no avisan es que, de los 15 puestos de supuesta atención, sólo hay dos operativos cuando llegas a mediodía. Luego irá apareciendo más gente, pero sin demasiado afán.

En un momento dado, el despacho de números parece enloquecer y se salta quince de golpe. Protestamos y uno de los dos funcionarios salta como un resorte:

—Es que ha pedido cita previa.

—¿Cómo cita previa? Eso no lo pone mi papelillo.

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—En la plataforma de Correos se puede solicitar.

¡Ahhhh! Acabáramos. ¡La plataforma de Correos! La que tenemos todos entre Netflix y Apple TV! En un momento dado, una de las personas que desesperaban empezó a echar espumarajos por la boca. «¡Así no hay quien trabaje!», dijo mientras cogía las de Villadiego. Y otra más, que sí había pedido la joía cita previa, pero que le dio igual porque el sistema no sacaba su número.

Las empresas privadas de paquetería tienen como objetivo hacer la entrega y su personal se las ingenia, siempre, para localizarte a ti o un punto de depósito de tu confianza. La misión de Correos parece ser la de complicarte la vida dejando el resguardo de los coj… en tu buzón, sin siquiera molestarse en llamar al portero automático la mayor parte de las veces. Nos quejamos de los trenes, de la sanidad y la educación públicas. Con Correos, sin embargo, ya hemos tirado la toalla.

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