Hoy lunes, con los caucus de Iowa, comienza la carrera electoral norteamericana que, allá por noviembre, tan lejos, tan cerca, determinará si Trump vuelve a ... la Casa Blanca. Tras sus problemas con la justicia y el papel desempeñado en el esperpéntico asalto al Capitolio de 2021, que Donald pueda volver a ser candidato me parece alucinante. Sobre todo porque, si consigue la nominación, es más que probable que arrase a Biden. Pero lo de Milei también era increíble y pasó.
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Este año 2024 es inauditamente electoral: grosso modo, vota la mitad de la población mundial. En Taiwan, por ejemplo, los comicios de estos días han dado como ganador al candidato más pro-yanqui y anti-chino. ¿Es eso bueno, malo o regular? Pues no tengo ni idea, la verdad, pero la cosa tiene riesgo, que ya han re-comenzado las fricciones y aquello puede convertirse en un polvorín. Habrá que seguir muy de cerca lo que nos cuenten los corresponsales y analistas que saben del tema.
Otras elecciones importantes: las de Rusia (aquí no creo que las casas de apuestas tengan muchas dudas); India, que es el país más poblado del mundo; Irán, cuyo papel en Oriente Medio es esencial; y Pakistán, que es potencia nuclear y que tampoco se encuentra en un lugar muy tranquilo que digamos. También votan en Venezuela, donde todo lo que pasa tanto nos afecta y nos sacude. Como en México.
Y están, por supuesto, las elecciones europeas de mitad de año. Habitualmente sosas y aburridas, en esta ocasión adquieren una importancia capital para saber qué vientos soplan en el Viejo Continente. Como en este caso, la circunscripción electoral es el país completo, da la sensación de que cada voto cuenta más que en otras citas con las urnas. El cómputo es más sencillo y los resultados más transparentes.
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El temor es al auge de la ultraderecha y a su discurso intolerante, racista, homófobo y xenófobo. A la posibilidad de retroceder en ciertos derechos y libertades que por estos lares damos por supuestos. Y por (a)sentados. Y no, oigan, no. Además de creer en ellos, o se pelean, se reivindican, se practican y se defienden; o pueden verse revertidos.
Cuestiones como el cambio climático —¿han visto lo de la nueva capital de Indonesia, dado que Yakarta se hunde en el mar?— y la inmigración estarán en el centro del debate global. Estemos atentos.
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