Aeropuerto de bajos vuelos

Ahora que nos quedamos sin vuelo a París, sin embargo, es buen momento para echarle una pensada a toda esta pamema. Máxime cuando el presidente de Diputación encabezó una misión promocional a la capital francesa para afianzar esta ruta turística, como nos recordaba ayer Mercedes Navarrete. ¡Un éxito total, claramente! ¿Y de esas otras excursiones a Italia y Alemania en busca de unas rutillas que echarnos al coleto? De momento, nada de nada.

Mirarnos en el espejo de Málaga con esto de los vuelos es un puro sufrir. Seis vuelos diarios tienen nuestros vecinos con París. ¡Seis! Lo recordaba el empresario Diego Puerta, un habitual de los viajes internacionales a grandes capitales europeas que se quejaba con un elocuente «seguiremos yendo al aeropuerto de Málaga a dejar el coche».

Y ahí radica la madre del cordero. ¿Y si fuera más ecológico, sostenible, económico, sensato y comprometido trabajar en un servicio de lanzaderas rápido y eficaz con el aeropuerto malagueño que este empeño en conseguir vuelos internacionales desde y hacia Granada? Lo sé, lo sé. Suena a conformismo y a pequeñez. A perdedor. A triste, pobre y miserable. Máxime después de todas las reformas y mejoras que se han hecho en las instalaciones de Chauchina. Pero…

Es eso o cambiar de estrategia. Porque todo el rollito de las misiones promocionales y la presencia en imprescindibles ferias internacionales de turismo de toda imprescinbilidad no parece servir de nada, más allá de echarse unas fotis frente a la Torre Eiffel y darse un garbeo por el Coliseo o Alexanderplatz.

Que todo el mundo quiere venir a Granada es un hecho. Que conseguirlo sigue siendo una misión (casi) imposible, como las de Tom Cruise, también. Que la solución pase por integrar un fastuoso Aeropuerto Internacional de la Costa del Sol, Sierra Nevada y el Olivar de Málaga, Granada y Jaén está por ver. Por estudiar. Y por echar números. Llámenme pesimista, pero vaya tela con los vuelos menguantes…