Demografía e inmigración

Ya sabemos que una sociedad sin niños no tiene futuro

Javier Martín Ríos

Lunes, 10 de noviembre 2025, 23:05

Somos un país que envejece y a la larga lo vamos a pasar mal si las cosas no cambian. De momento, la inmigración está frenando ... el fenómeno en los últimos años y, tal como indican los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), una parte de los nacimientos en España se debe a parejas mixtas o parejas de extranjeros que residen en nuestro país. Ya sabemos que una sociedad sin niños no tiene futuro y, ante la baja natalidad por parte de las parejas españolas, estos niños que ahora nacen, sean quienes sean sus padres, sea cual sea la procedencia de los mismos, son parte del futuro de nuestro país. Estos niños crecerán, estudiarán y entrarán en el mercado laboral, y seguramente serán esos trabajadores que algún día mantengan con sus cotizaciones la seguridad social y un sistema de pensiones cuyo futuro siempre está en entredicho. Frente al discurso antiinmigración por determinados sectores políticos y sociales populistas, nunca deberíamos olvidar que una sociedad sin niños no tiene futuro y sería necesario tener en cuenta esta situación y encarar la problemática de una forma clara y coherente, que se analice objetivamente la realidad del presente y se diseñe un plan activo de integración de personas migrantes por parte de las administraciones correspondientes.

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Porque tal como están las cosas, cada vez hay más jóvenes y no tan jóvenes, pero en edad de formar una familia, que han renunciado a tener hijos. Podríamos hablar de inestabilidad laboral, empleos precarios, dificultad de acceso a la compra o alquiler de vivienda, el retraso de la maternidad, etc., que, sin duda alguna, están condicionando la forma de vida y las perspectivas de futuro de la juventud. Pero, si miramos a nuestro alrededor, en nuestro ámbito familiar, centro de trabajo o círculo de amistades, ¿cuántas personas con un trabajo estable y un nivel de ingresos suficientes para mantener una vida desahogada han renunciado a tener hijos? Estoy seguro de que cada uno de los lectores de este artículo no le faltarían ejemplos que señalar, quizás muchos. La situación laboral es muy importante, no cabe duda, pero creo que no es la única respuesta para tener en cuenta la caída del descenso de la natalidad en la sociedad española. Si a nuestros abuelos y padres no se les pasaría por la cabeza una vida sin matrimonio y sin hijos –eran otros tiempos y otra educación–, hoy día eso ha cambiado por completo y el concepto de familia o de vida en pareja no tiene nada que ver con la de nuestros progenitores. Las sociedades evolucionan, y los intereses y circunstancias de cada generación son diferentes.

Llevamos mucho tiempo escuchando discursos sobre inmigración asociada a ilegalidad y delincuencia. Estos discursos luego pasan rápidamente a ser noticias que leemos a diario en los periódicos o las escuchamos en programas de radio y televisión, sin olvidar los nuevos canales propagandísticos en los que se han convertido esas redes sociales que no tienen filtro alguno de lo que se dice ni quién las dice; el populismo está en auge y en las redes sociales han encontrado su caldo de cultivo. Al final, el mensaje se centraliza en una misma dirección y se deja de lado un debate más amplio y profundo que analice todas las perspectivas de este fenómeno social. A mí me gustaría que se hablara menos de inmigración y se tratara más la problemática de la falta de natalidad en la sociedad española en los medios de comunicación, porque creo que es un tema transcendental para el futuro del país y, mientras que esto no cambie, me parece que todo discurso contra la inmigración no tiene sentido, porque, curiosamente, va a ser la inmigración el salvavidas de España en las próximas décadas con respecto al déficit demográfico que estamos sufriendo y vamos a sufrir. Ya lo estamos viendo en determinados sectores económicos: sin inmigrantes que ocuparan el puesto de trabajo que los españoles no quieren realizar, se echaría el cierre en muchas empresas en menos que canta un gallo.

Por lo tanto, el descenso de la natalidad es una realidad y el debate público sobre la inmigración habría que asociarlo también a esta problemática. Creo que todos los partidos políticos tienen sus propuestas al respecto, pero, últimamente, dicho debate público, con gran eco en los medios de comunicación, parece que sólo se centra en la inmigración desde la perspectiva de la ilegalidad y la delincuencia, ahondando en lo negativo y obviando el lado positivo. No necesitamos que nos cuenten grandes milongas, sino que escuchemos propuestas fehacientes de cómo abordar la problemática del envejecimiento demográfico, cómo integrar a los migrantes en nuestras sociedades o cómo fomentar la convivencia donde surgen roces entre comunidades. Esto no significa puertas abiertas para todo el mundo, pero sí requeriría unas políticas de sentido común, con normativas claras e inclusivas, que acepten la realidad que ya vivimos y que viviremos en las próximas décadas. Porque un país sin niños no tiene futuro y en la actualidad, gracias a la inmigración, esta problemática se está atenuando.

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