Jarrones chinos

curri valenzuela

Lunes, 1 de marzo 2021, 22:35

Felipe González y José María Aznar se están convirtiendo en auténticos jarrones chinos, esos que, en palabras del ex presidente socialista, «son muy valiosos pero ... nadie sabe dónde colocarlos». Sobre todo, los suyos. A los demás españoles si les interesan cada vez escuchar sus opiniones, seguramente es porque, acostumbrados a las jarras de plástico con cuya apariencia se asemejan los políticos de hoy, echan de menos el valor de los antiguos.

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A ambos se les nota la preocupación por la deriva que toma España, cada uno en su terreno. Y ninguno de los dos se calla. González se queja de que no identifica «un modelo de país», del «deterioro del Estado de Derecho», de la necesidad de «respetar las reglas de juego marcadas por la Constitución» (las comillas son suyas). O sea, de la forma de gobernar del actual presidente socialista. Más que quejarse, se enfadó cuando Sánchez negoció con Bildu el apoyo de los proetarras a sus Presupuestos. Adriana Lastra, la portavoz parlamentaria del PSOE, le recordó lo de los jarrones («siempre escucho a atentamente a nuestros mayores pero ahora nos toca dirigir el partido a una nueva generación»). «Nadie me va a hacer callar», fue la réplica inmediata.

Aznar anda dando entrevistas para recordar que en estos días se cumplen veinticinco años de su llegada a la Moncloa y de paso presumir de que él consiguió unir al centro derecha español, cuya desunión actual le preocupa porque, recuerda, impide que tenga posibilidades de recuperar el poder. Tampoco descalifica abiertamente a sus sucesores, pero aprovecha la ocasión para reconocer sus pésimos resultados en Cataluña, darles lecciones de cómo ser moderadamente centristas y como mostrarse en desacuerdo con Vox sin criticar a sus dirigentes. Quizás lo que más pudo molestar a Casado de la entrevista con Évole fue el asegurar que «no pasa ni un solo día sin que alguien me pida que vuelva», lo que en las circunstancias actuales recuerda a cuando Fraga tuvo que volver a echar a aquel Hernández Mancha que estaba llevando a la ruina al PP y buscarse otro sucesor.

Ni González ni Aznar están pensando, sin embargo, en volver. Ambos viven como auténticos jarrones chinos, respetados dentro y fuera de España, recordados más por sus aciertos que por sus errores. Entre los jóvenes provocan respeto; entre los mayores, añoranza. Es uno de los errores de este país, el jubilar anticipadamente a nuestros dirigentes. González nació el mismo año que Biden, Aznar el mismo que Putin. Y sin embargo nosotros solo les usamos para recordar cuando se respetaba la Constitución, la palabra 'políticos' no provocaba rechazo, España no estaba en peligro de romperse.

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