No está en mi ánimo frivolizar con lo que está ocurriendo en Ucrania ni con las consecuencias sociales y económicas que nos están magullando a ... todos nosotros. Ahora bien, el otro día me dio por pensar en la suerte que teníamos en este país de no estar rodeados de dirigentes iluminados y enajenados que les diera por satisfacer sus ansias expansionistas y recurrieran a las armas para invadirnos y ampliar sus fronteras.
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Por Portugal no lo veo factible. Por Marruecos podría ser si el rey alauita, Mohamed VI, se levantara un día y ocupase Ceuta y Melilla y la invasión de las plazas españolas en África derivara en una guerra por la soberanía territorial de estas dos ciudades. Y aunque Francia ya nos invadió allá por el inicio del siglo XIX no veo yo a Macron enviando tropas por el Pirineo y bombardeándonos desde la que fuera colonia francesa ahora que los argelinos están un poco mosqueados con el viraje de Pedro Sánchez en el asunto del Sahara occidental. En definitiva, que no veo yo muy claro que nadie nos vaya a agredir militarmente para hacernos suyos.
Ahora bien, en el caso de que a algún dirigente iluminado le diera por ahí lo tendría muy fácil y sería cuestión de días que pasáramos a ser su satélite en la península ibérica. Lo mismo si lo hiciera Emmanuel Macron como Mohamed VI o el presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa. Y pienso esto porque no sé qué oposición encontrarían las fuerzas invasoras en su penetración en el país habida cuenta lo complicado que es que nos pongamos de acuerdo en nada. Desconozco por qué ideales o valores lucharíamos para expulsar al enemigo de nuestro suelo patrio. Desde luego serían las Fuerzas Armadas las que defenderían España, pero no sé yo si obedecerían con entusiasmo a la ministra de Defensa, Margarita Robles. Claro, todo ello bajo el mandato del actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, denostado por la oposición y hasta por los partidos que le apoyaron con sus votos en la investidura. Ni siquiera sé si Unidas Podemos lo respaldaría porque hay más temas que los distancian de los que los acercan, aunque aún no se han marchado por no perder esa cuota de poder que les da el ser parte del Gobierno. Con la oposición poca colaboración creo yo que iba a tener Pedro Sánchez cuando aún no han sido capaces de alcanzar pactos de Estado en el tema de la pandemia o para buscar soluciones a la crisis económica que padecemos. Porque una cosa es exigir que se tomen medidas y otra muy diferente rechazarlas frontalmente todas ellas cuando se adoptan. Aunque conociendo a Pedro Sánchez seguro que nos informaba de las medidas alcanzadas para hacer frente a la invasión cuando el enemigo ya hubiera entrado en Madrid, al igual que ha hecho con el cambio político en la cuestión del Sahara o en las medidas que iba adoptando durante el estado de alarma.
Y si fuera el Rey quien se pusiera al frente del ejército pues los monárquicos lo llevarían bien y obedecerían, pero dentro de los militares y de la población civil los antimonárquicos no pasarían de hacerle un corte de mangas.
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Porque, además, tampoco sé bajo qué bandera lucharíamos. Si quien lleva la rojigualda son los de Vox seguro que no llegaban muy lejos antes de ser apedreados por aquellos alejados de sus ideas políticas o por quienes llevaran una bandera republicana. Si la invasión nos llegara por los Pirineos algunos catalanes saldrían con la senyera, pero tampoco llegarían a enfrentarse con los invasores porque se entretendrían en darse guantazos con los que salieran con la estelada. Y la respuesta a las fuerzas ocupantes parecería más una reunión de la ONU porque habría quien iría con la bandera andaluza, la gallega, la ikurriña, la de Navarra, la del País Valenciano, Aragón, la extremeña, etcétera, hasta el punto de que los invasores no iban a tener ni idea de contra quienes luchaban. Además, lo mismo nos aniquilábamos unos a otros en las grandes superficies a donde acudiríamos a acaparar papel higiénico, harina, aceite o legumbres que, eso sí, se nos da de maravilla.
En un país en el que montamos un follón por la elección de la canción que nos representará en Eurovisión o en el que somos capaces de darnos de hostias, incluidos navajazos, por el resultado de una partido de fútbol o por la decisión del VAR el hacer frente a unas tropas ocupantes se me antoja a mi una empresa complicada.
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En lo único en que confío es en que no haya ningún dirigente iluminado y enajenado cercano que lea este artículo y le vengan malas ideas.
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