* Javier Cabello, Sergio Martos, Ángel Pérez Rodríguez, ponentes de las comisiones de Investigación y Conservación, Aguas y Socioeconómica; Concha Alfaro, José Benavente, Manuel Corrales, ... Javier Egea, Miguel Esteban, Alejandro Ramos, Pascual Rivas, Asunción Ruiz, Sergio Santos, Regino Zamora, miembros del Consejo de Participación del Espacio Natural de Sierra Nevada.
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Días previos al Consejo de Participación del Espacio Natural de Sierra Nevada (Parque Nacional y Parque Natural) del 8 de julio, publicamos el artículo «Sierra Nevada: hacia una conservación participada», con el que pretendíamos trasladar al nuevo presidente, Jerónimo Vida, la importancia que la implicación real de los actores locales y sociales en las decisiones tiene sobre la gestión del parque. En respuesta a nuestro comunicado, se difundieron mensajes institucionales que reconocían el valor de dicha participación. Sin embargo, lo que está ocurriendo este verano con la restauración del refugio Elorrieta vuelve a evidenciar la falta de consideración del equipo gestor hacia la participación en la gestión del espacio protegido.
Situado en plena alta montaña (3.192 metros), Elorrieta genera posiciones encontradas: para algunos, es una anomalía en un entorno que debería permanecer libre de edificaciones; para otros, un elemento patrimonial que merece conservarse. Para muchos montañeros constituye un riesgo por su ubicación extrema, y para la comunidad científica, una presión sobre un ecosistema de gran valor y fragilidad. A juzgar por las notas de prensa y las referencias en redes sociales, su rehabilitación avanza sin un debate real que incorpore las voces del Consejo. La cronología de tal ausencia de debate fue la siguiente. El 17 de marzo de 2023, en una sesión extraordinaria, el asunto se trató dentro del Plan Anual de Trabajos e Inversiones del parque. Aunque dicho plan fue aprobado por asentimiento, se recogió una objeción específica sobre el Elorrieta y se prometió un debate posterior en la Comisión de Infraestructuras, que nunca se celebró. El 11 de enero de 2024, la restauración del refugio reapareció en el nuevo Plan Anual sin haber sido discutida. Pese a las objeciones de representantes de montañeros, universidades, ecologistas, centros de investigación e incluso del entonces presidente, Manuel Titos, el plan volvió a aprobarse con la excepción del Elorrieta. El 3 de julio de 2024 se presentó por fin el proyecto de restauración de refugios en una reunión conjunta de Infraestructuras y Agua. Dicho plan, con un presupuesto superior a 700.000 euros (fondos PRTR), incluía 15 refugios, entre los que estaba el Elorrieta. Las reacciones fueron inmediatas: se denunció la falta de consulta, la escasa antelación para revisar los documentos y la ausencia de transparencia. La Federación Andaluza de Montañismo, respaldada por sus 44.000 federados, reiteró su rechazo a los refugios por encima de 2.500 metros, y entidades como Ecologistas en Acción, ACPES y FACUA criticaron tanto el contenido como el procedimiento. El 19 de julio de 2024, en el pleno del consejo, la representante de la Universidad de Granada, ponente de la Comisión de Infraestructuras, volvió a denunciar la falta de información: los expedientes habían llegado con apenas 48 horas de antelación, sin margen para un análisis riguroso. Finalmente, en el consejo del pasado 8 de julio de 2025, se informó del estado de otros refugios, pero en el caso de Elorrieta, rebautizado como «infraestructura patrimonial», no se detallaron ni plazos ni informes técnicos. Las noticias e imágenes de este verano confirman que la restauración se está ejecutando sin el pronunciamiento del consejo.
Elorrieta no es solo un edificio. Es un caso que refleja un patrón que ya señalamos en nuestro escrito anterior: comisiones poco operativas (insuficientes y limitadas en el tiempo), debates pospuestos, documentación entregada tarde y un consejo que no debate. Lo ocurrido se suma a otros ejemplos, como la propuesta de ampliación de la Reserva de la Biosfera, remitida a la Unesco sin pasar por el Consejo de Participación. Una vez más, el conocimiento técnico, el saber local y la pluralidad de voces han quedado fuera del proceso. Sin embargo, la gobernanza participativa no es un añadido a la gestión: es parte esencial de ella. Así lo reconoce el Convenio de Aarhus (Unión Europea) y lo subrayan los principales organismos internacionales que orientan la gestión de los espacios protegidos, tales como la ONU, la Unesco, la UICN o la FAO, que coinciden en que la participación efectiva es clave para una conservación de la naturaleza legítima y duradera.
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El nuevo presidente del Consejo afirmó en sus primeras intervenciones que «la participación está en la esencia de mi trabajo», y que su función sería la de canalizar y facilitar las propuestas. Valoramos ese compromiso, y precisamente por ello, queremos transmitir a la sociedad que casos como Elorrieta son una oportunidad para demostrar que el Consejo es el nexo entre la población y el parque, por lo que no puede quedar al margen de decisiones clave. La participación se construye con procedimientos claros, deliberación abierta y voluntad de escuchar. Desde nuestras organizaciones, colectivos y experiencias, reiteramos nuestra disposición a colaborar activamente, como siempre lo hemos hecho. Pero hacerlo exige aprender de lo ocurrido, fortalecer los espacios participativos y asumir que la gestión del parque no puede desvincularse de su gente. Participar no es asistir: es formar parte del proceso de toma de decisiones. Y ello exige que el equipo gestor de Sierra Nevada la integre como parte central de su trabajo, no como un mero trámite impuesto por la ley. En tiempos en los que la sostenibilidad se invoca en cada discurso, conviene recordar que no se trata solo de reducir emisiones o impactos, ni siquiera de adaptar el modelo económico a la nueva realidad ambiental. La sostenibilidad supone asimismo avanzar en justicia social, equidad territorial y legitimidad democrática.
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