De un tiempo a esta parte ya has sido un mero guiñapo en mi bolsillo. Siempre en el izquierdo, que uno también tiene derecho a ... sus manías y, además, porque convenía tenerte bien localizada para echarte mano cuando fueses necesaria. Cada vez lo eres menos, la verdad. ¿Ves? Mezclo el pasado y el presente porque no sé muy bien si ya te has marchado para siempre o si simplemente has ido a darte un garbeo, una vuelta a la manzana para regresar enseguida y convertir en espejismo el final de la epidemia. Lo tuyo ha sido un tedioso adiós de unos pocos meses que me han parecido eternos y fugaces. Como el largo derrumbamiento de dos segundos de Foreman en Kinshasa.
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Han sido dos años contigo y hemos hecho muchas cosas juntos. Todo menos dormir, que es como estar muerto y ahí ya no necesitas nada. O nadar, que es como estar en la placenta, donde tampoco nada necesitas. Has sido el yeso en la pierna. Deseas perderlo de vista por todos los medios pero después, al salir del hospital, te deja un sentimiento de orfandad terrible. Dónde está mi escayola, que me la han quitado. Has sido parte vital de mí durante dos años, como el páncreas o el móvil, y tengo todo el derecho del mundo a lamentar tu pérdida y a echarme mano a la cara buscándote, como el amputado se tienta la ropa en busca del miembro fantasma.
Al principio decían que no servías para nada y después pasaste a ser imprescindible, un órgano más de nuestro cuerpo, la única protección contra la bestia, el escudo antimisiles, el clavo ardiendo hasta que llegaron las vacunas y nos abrazamos a la aguja como un yonkarra de los ochenta. ¿Dónde estará aquel ejemplar de tela gruesa que con tanto primor cosió mi suegra en las primeras semanas del terror, cuando una mascarilla se cambiaba en el mercado negro por dos botellas de Pago de Carraovejas? Nunca llegué a estrenarla y habrá ido a parar al mismo sitio que las que se hicieron en toda España y no servían para nada, que somos un país de apretados y fueron meses de tiritar mucho. ¿Qué habrá sido de aquellas FPP14C24 PlusMax que precisaban de un vídeo explicativo para aprender a ponérselas y quitárselas?
Me invade la melancolía cuando pienso en todas esas mascarillas que (ojalá) nunca serán utilizadas. La mía es otra cosa. Dos años juntos. Se dice pronto. Aunque ahora seas un guiñapo en mi bolsillo, nunca olvidaré lo que has hecho por mí. Me has salvado la vida. Seguirás siempre a mi lado. Y más ahora que me he enterado que puedo lavarte.
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