El gobierno de la democracia
Es toda la comunidad la que sostiene al poder y al Estado, no solo con sus impuestos, sino también con su trabajo y hasta con su sangre llegados los momentos de peligro, como la guerra o cualquiera otra catástrofe
La democracia moderna, no la griega, nos vino de los Estados Unidos de Norteamérica, de su población inmigrante procedente de los países centroeuropeos, generalmente de ... clase media, unos huyendo de las persecuciones políticas o religiosas; y otros en busca de mejor nivel de vida. Así la cuestión, sin la preexistencia de una sociedad estamental, como en Europa, sino con una población mayoritariamente igualitaria, el invento tuvo fácil asentamiento. A diferencia de Europa que, cuando quiso implantar el invento americano, se tropezó con una sociedad todavía muy apegada a los modos y valores de la sociedad estamental. Una sociedad piramidal y no igualitaria como la americana.
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Pero desarrollado, mejor o peor, este esquema político, la semilla en cuestión para que en Europa se asentara esta novedad –que de los griegos solo tomó el nombre, ya que allí la democracia era otra historia– fueron lo europeos de la Ilustración, concretamente los franceses, los que se encargaron, como operación previa, de desmontar el llamado Antiguo Régimen o Sociedad Estamental ya, en verdad, muy deteriorado por las nuevas costumbres amén del desarrollo económico más productivo y del inicio de la era industrial.
En todo caso fueron los ilustrados los principales autores de la nueva revolución política y social, recayendo el principal papel de este proceso en J. J. Rousseau, ayudado por Voltaire y el resto de sus discípulos e imitadores, cuya Enciclopedia ocupó el lugar de la nueva Biblia desplazando a la tradicional.
Fue Rousseau, (homo perverssimus en su vida privada, dice de él S. Zweig en su obra 'María Antonieta', 2013 ), el principal artífice de la nueva doctrina, a la manera de un nuevo san Pablo, si vale la comparación, con su obra maestra 'El Contrato social'.
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Aquí es donde J. J. Rousseau expone su teoría de la democracia, según la cual, en toda elección, la mayoría no solo gana el poder –el derecho a gobernar– sino que además, como por revelación divina, se le comunica también que es portadora de la razón en su totalidad. Y eso de tal manera, que la llamada minoría, en razón de este presupuesto, carece en absoluto no ya del derecho a gobernar, sino también a encarnar alguna parte de razón en sus propuestas o programas, hasta el punto de estar obligada esta minoría a declarar su sinrazón –amén de someterse legal y moralmente a los postulados mayoritarios por ser los verdaderos– debiendo por ello acatar disciplinadamente lo que decida esa mayoría en todo y por todo más allá, de su obligación legal...
Como es natural, las objeciones a esta especie de axioma de Rousseau no tardaron en levantarse, alegando que las minorías están obligadas respecto a las mayorías, al sometimiento legal de su gobernación con arreglo a la ley, pero eso no quiere decir que estén desprovista, en ciertos casos, de su razón o razones. Porque lo que establece la ley democrática es que la mayoría lleve el timón del barco, sujeta a los intereses que impone la constitución o la ley natural, y otra cosa es que se arrogue, por ese motivo, ser la titular de toda razón, y por ahí gobernar solo 'pro domo sua', que es asunto de otra naturaleza.
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Aceptar así la praxis de la democracia, quiere decir que el titular de la mayoría ejerce derechos que no les corresponden, ya que su obligación, amén de dirigir el barco en donde todos van embarcados, es la gestión y administración de los intereses y razones de toda la comunidad. Es toda la comunidad la que sostiene al poder y al Estado, no solo con sus impuestos, sino también con su trabajo y hasta con su sangre llegados los momentos de peligro, como la guerra o cualquiera otra catástrofe –como esta pandemia– en los cuales lógicamente se impone la igualdad de obligaciones para todos los ciudadanos sin distinción entre los que militaron en la mayoría o en la minoría. Todos son medidos con el mismo rasero, en beneficio y consideración de toda la comunidad, mayoritaria y minoritaria, ya que ambas en conjunto son las que soportan no solo la economía de la nación, sino que entre todas, más sus antepasados, hicieron la Historia buena o mala de esta Patria –topónimo que viene de pater, padre– edificando sus ciudades, encauzando sus ríos, engordando su agricultura y ganadería, etc., para que hoy, nosotros, los unos y los otros, pudiéramos vivir lo más plácidamente posible.
Creo que fue Churchill quien dijo que la democracia era el menos malo de los sistemas políticos. Puede que llevara razón. A lo que hay que añadir que como consecuencia de la aparición de los partidos políticos que alumbró la democracia, nunca hasta entonces se han producido más guerras o enfrentamientos civiles entre compatriotas, que a su vez originaron las dos grandes guerras mundiales del siglo XX, 1914 y 1939, con sus dos terroríficos adornos de las dos famosas bombas atómicas, el primer aviso de una posible catástrofe mundial.
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