Boris Johnson puede durar más o menos tiempo como primer ministro, pero su nombre pasará a la historia asociado al escándalo de las fiestas ilegales ... en su residencia oficial en medio de la pandemia. A David Cameron se le recuerda por el poco meditado e innecesario referéndum sobre la Unión Europea y a Tony Blair por la involucración de su país en la guerra de Irak, por mucho que hicieran otras cosas al frente del Ejecutivo. Boris es un político formidable en campaña y poco interesado en el detalle de la acción de gobierno. Los diputados conservadores debaten estos días cuándo sustituirlo por un nuevo líder y no tanto si sus acciones y omisiones merecen este reproche mayor. La clave es saber si el líder populista, educado en el Colegio Europeo de Bruselas, Eton y Oxford, ha perdido la confianza del ciudadano de a pie. En las elecciones de 2019, Boris consiguió el respaldo de muchos antiguos votantes laboristas en zonas castigadas por la globalización económica. La parte menos educada y con menos oportunidades de la población se volvió conservadora. Es posible que el terrible mensaje de que al primer ministro no se le aplican las reglas que él mismo dicta le haga perder el apoyo de este grupo. Si se comprueba este dato, en las próximas semanas una insurrección 'tory' se lo llevará por delante. Con los votos no se juega.
Publicidad
La pregunta entonces será cómo gobernar un país debilitado tras el 'brexit' y la pandemia. Parte de los conservadores quieren mantener la estrategia de Boris, favorable a remediar a través del gasto y la inversión pública las desigualdades territoriales. Pero otro grupo de diputados considera una traición esta política social demócrata, en las antípodas del thacherismo. Propugnan volver a confiar en el mercado global, con Londres como gran motor de la inversión y los negocios. El ministro de Economía, Rishi Sunak, exitoso empresario, encabeza esta corriente, mientras que la ministra de Asuntos Exteriores, Elizabeth Truss, podría representar la continuidad del actual ejecutivo. El elefante en la habitación, sin embargo, son las consecuencias del 'brexit'. No hay en las filas conservadoras ideas claras sobre cómo dejar atrás la estrategia de tensar la cuerda con Bruselas y culpar a la Unión Europea de los propios males. Boris impuso a la experimentada diplomacia británica una mala negociación para ir a las elecciones con el mensaje central de haber logrado el 'brexit'. El péndulo populista durará más que su mandato al frente del gobierno. Pero su sucesor o sucesora tendrá más libertad y podrá cooperar en más ámbitos con los europeos continentales.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión