Gafas para optimistas

Puerta Real ·

Son, al parecer, tan magníficas que solo permiten ver el lado bueno de la vida, pero no las encuentro

Esteban de las Heras Balbás

Domingo, 3 de abril 2022, 00:07

Pregunté en la óptica de mi barrio si tenían gafas para optimistas y les dio la risa. Ahora estoy buscando en Amazon y tampoco las ... encuentro. Pero haberlas, haylas. Que yo sepa, las lleva el tal Alberto Garzón, todavía ministro de Comercio, y también las ministras que informan con una sonrisa 'profidén' sobre lo que les parece oportuno de todo aquello que se trata en La Moncloa. Estas antiparras de Yolanda, Nadia y María Jesús no son como esas de piloto americano de la guerra de Corea, que luce el doctor Sánchez en el Falcon y que le dan un aire de macarra de barrio de los sesenta. Ni tampoco son como las de Feijóo. Se ve a la legua que las del nuevo presidente del PP no están hechas de la misma pasta. Hay muchos más usuarios de estas misteriosas gafas optimistas. De hecho, un tropel bastante numeroso de tertulianos y escribidores las usan. Son, al parecer, tan magníficas que solo permiten ver el lado bueno de la vida, como cantaban los Monty Python's en 'La vida de Brian'.

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En estos días hemos sabido que el coste de la vida ha subido el doble que en Francia y Portugal, también hemos tenido un paro de transportistas alegando que están trabajado 'a pérdidas', se han manifestado los ganaderos porque falta pienso para sus animales y ha habido protestas también de agricultores y pescadores porque reciben una miseria por los productos que luego ven en los supermercados a precios diez veces más caros. Y el precio de la luz sigue disparado. Para hacer frente a tanto desbarajuste, el Gobierno ha encontrado en la guerra de Putin su mantra perfecto y le hace responsable hasta de la lluvia de barro. Para redondear la jugada, ha inventado una rebaja de 20 céntimos en el precio de los combustibles y les ha echado la 'patata caliente' a los gasolineros, que de la noche a la mañana se han visto convertidos en recaudadores de Hacienda, con la promesa, por parte de la ministra titular, de que se les reintegrará el importe de esa rebaja lo antes posible. 'Ad calendas graecas', que diría un estudioso de latín, asignatura que ya no se lleva. Los dueños de las estaciones de servicio están haciendo novenas para que el pago no se demore tanto como el dinero prometido a los afectados por el volcán de La Palma, pero como no usan gafas de vicepresidentas y ministras, lo ven más negro que el catafalco de Drácula. En mi caso, si hubiera encontrado ya esas mágicas gafas para optimistas, lo vería también de color verde botella, pero como me veo obligado a seguir usando las mismas lentes de siempre, las imágenes que me llegan del Ejecutivo son tan desagradables como el barro sahariano.

Hablando de polvo y lluvia. No se molesten en enjalbegar las paredes exteriores de su casa porque el barro va a volver. Tras la jugarreta que les ha gastado Sánchez a los saharauis que vivían refugiados en Tinduf, algún ángel justiciero ha decidido sacar también el polvo y la arena que allí había desde la creación del mundo, y nos los está enviando, como castigo, en forma de lluvia de chocolate. El director del departamento de Edafología y Química Agrícola de la UGR dice que tendremos, casi seguro, más chocolate líquido. Hay otro chocolate, el de la 'maría', que nunca se ha ido y va a más. Sus cultivadores son tozudos y ya se sabe que nada puede cambiar las vocaciones sólidas. Ni esas gafas de que hablamos.

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