Guetos, una asignatura pendiente del siglo XXI

Francisco José Reyes Martín

Lunes, 1 de enero 2024, 23:08

La palabra gueto ha sobrevivido a diferentes periodos y usos en la historia. En la Edad Media se denominó ghettos a aquellos barrios o calles ... en las que solo vivían judíos confinados y separados del resto de la población. Los ghettos restringían el contacto entre judíos y cristianos, y además, ceñían a los primeros a espacios que los gobernantes les permitían ocupar. Una explicación alternativa señala en cambio que ghetto provendría de la palabra italiana borghetto, diminutivo de borgo: concepto urbanístico de aldea, pueblo, burgo, ciudad o localidad. Inicialmente, entre los pueblos germánicos y en la época romana, se aplicaba esta palabra a pequeñas torres o puestos fortificados.

Publicidad

Durante la Segunda Guerra Mundial, los guetos eran distritos urbanos en los cuales los alemanes forzaron a la población judía a vivir en condiciones miserables, aislándolos del resto. Los guetos servían como núcleo central de distribución de judíos para su envío a trabajos forzados o su eliminación. Los nazis les obligaban a llevar brazaletes para identificarlos.

Este modo de confinamiento y aislamiento social ha sobrevivido a día de hoy en el siglo XXI en diferentes partes del mundo, donde, ya no hace falta señalar con un brazalete, sino que, quedan señalados según cultura, religión o nacionalidad un determinado grupo de individuos que son reunidos en el extrarradio urbano, es decir, lejos del núcleo de consumo, la multiculturalidad y el componente social.

Existen dos tipos: Aquellos construidos por los aparatos del Estado gestados por una fuerte resaca histórica como consecuencia de una persecución étnica concreta (Gitanos en España, judíos en Alemania, negros en América) y, aquellos que nacen de parte de un determinado grupo en período de adaptación a un país que ha resultado insatisfactorio por razones de rechazo cultural, religioso o étnico, (Población rumana, árabe, latinoamericana). Cada comunidad autónoma de España tiene un par de guetos importantes: El Puche, Almanjáyar, La Chanca, Las 600, Los Vikingos, El Carqueixo, Pescadería, Las 3.000 viviendas, y un largo etc.

Publicidad

Los guetos son característicos por casas de una determinada forma, fachada y pintura concreta y reconocible. La configuración urbanística dispone a todos los edificios, callejones, zonas verdes y caminos para peatones que contiene a estar centralizados a una plaza o lugar de reunión, en donde los edificios exteriores ejercen la delimitación del territorio, haciendo que los individuos que vivan allí, configuren su vida socioespacialmente en torno al barrio, estableciéndose como una localidad única diferenciada del resto del pueblo/ciudad, cumpliéndose el aislamiento psicológico, ambiental y social que da como resultado una inevitable manifestación física y conductual. El barrio se vuelve una ciudad en sí, con sus códigos, leyes e idioma. La ley del barrio pasa a definir a sus inquilinos: sentirse diferente a los de fuera, promulgando un fuerte sentimiento tribal y de supervivencia ante un rechazo social materialmente palpable que origina un deterioro de los códigos sociales de sus habitantes. Os sonará la frase: «Oye, ¿tú no eres de este barrio, verdad?»

Las barreras socioespaciales y la dependencia vulnerable como rentas mínimas, los hábitos tóxicos ante la falta de estructura educativa y social o el riesgo de exclusión social, acechan sus recursos y posibilidades por lo que la vida del barrio termina por definirlos en la pobreza, la marginalidad y alienación, casi inevitable y para siempre. Son incluidos en la ciudad pero no acogidos en la sociedad. Les permiten estar ahí, pero no integrarse al resto.

Publicidad

El gueto nace exclusivamente de una idea deshumanizadora basada en el rechazo y la opresión, como un lugar para arrinconar, generando de forma silenciosa segregación a través del aislamiento urbanístico y rechazo social que da como producto estereotipos, sesgando identidades culturales y étnicas. Es una de nuestras asignaturas pendientes del siglo XXI. Debemos combatir este aislamiento, con el consiguiente acogimiento de sus habitantes, rehabilitando en el proceso su imagen pública y pobreza estructural sostenida durante generaciones, así como expandir los espacios de consumo y urbanísticos en torno a ellos y sobre todo, reacondicionar su sesgo ambiental, educativo y social mostrándoles un mundo más allá del barrio con programas que propone la Unión Europea para la reeducación y adecuación hacia las ciudades. Los individuos del gueto merecen su lugar donde le corresponde, junto a la ciudadanía.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad