Hutíes

Disponen de misiles y cohetes de última generación suministrados por Irán, entre los que sobresalen los poderosos misiles balísticos antibuque Asef y Tankil, que pueden batir objetivos a más de 500 kms., y los misiles de crucero Quds y Sayyad de mayor alcance, hasta 800 kms

Francisco Javier Saldaña

Coronel (Reserva)Ejército de Tierra

Lunes, 22 de enero 2024, 22:36

Desde la ventaja geográfica que le proporciona el control de un 30% del territorio yemení, que incluye la capital Saná y que domina la ribera ... oriental de la entrada al Mar Rojo una vez traspasado el estrecho del Bab El Mandeb, los rebeldes hutíes acosan desde hace varios años a mercantes que transitan por sus aguas. Parece que no nos afecta, pero un porcentaje muy elevado de las importaciones que llegan a nuestro país lo hacen a través del Mar Rojo. Son las procedentes de Asia de donde, según el Club de Exportadores de España, en 2023 los intercambios comerciales ascendieron a 101.164,1 millones de euros hasta que el pasado mes de octubre comenzaron los hostigamientos hutíes a barcos mercantes que navegaban por ese mar hacia el Mediterráneo por el estratégico paso del canal de Suez.

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En un claro paralelismo con los piratas somalíes, los hutíes atacaron inicialmente con embarcaciones rápidas equipadas con ametralladoras y cañones de corto alcance llegando incluso al secuestro como fue el caso el pasado mes de noviembre del petrolero Central Park y del mercante Galaxy Leader, ambos de propiedad de israelí, y trasladando de esa forma al mar Rojo sus acciones militares contra el Estado judío en un claro intento de internacionalización del conflicto de Gaza. Escalada que se ha ido materializando con el aumento de ataques con drones y misiles en el mar Rojo que ya se venían realizando sobre Israel desde el mes de octubre.

Un conflicto cuya globalización es buscada por Irán, principal aliado y protector hutí y autentico instigador de la guerra 'proxy' que quiere enfrentar al Estado de Israel, y que se hizo evidente cuando algunos de los misiles lanzados sobre el país hebreo fueron interceptados por el navío de guerra norteamericano USS Carney desplegado en el mar Rojo. El mismo buque que a comienzos de diciembre fue atacado por cohetes hutíes cuando acudía en defensa del carguero Unity Explorer propiedad también de otro magnate israelí.

Según datos del Instituto para el estudio de la Guerra (ISW en sus siglas en inglés), desde el comienzo de los combates en Gaza, los rebeldes hutíes han realizado veintiséis ataques con misiles y drones a navíos a su paso por el mar Rojo. Disponen de misiles y cohetes de última generación suministrados por Irán, entre los que sobresalen los poderosos misiles balísticos antibuque Asef y Tankil, que pueden batir objetivos a más de 500 kms., y los misiles de crucero Quds y Sayyad de mayor alcance hasta 800 kms. Es evidente que disponer de esa alta tecnología de misil supone también poseer la tecnología necesaria para la adquisición precisa de objetivos que también es proporcionada por el navío iraní Bheshad, base de operaciones flotante y con tecnología suficiente como para adquirir objetivos y dirigir ataques con drones y misiles en el Mar Rojo.

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Para combatir esta amenaza, los EE UU pusieron en marcha el 18 de diciembre pasado la operación militar Prosperity Guardian, como iniciativa de seguridad multinacional y que, según nota oficial del Secretario de Defensa norteamericano, reunía a países aliados o con intereses en la zona entre los que se encontraban Reino Unido, Bahréin, Canadá, Francia, Italia, Países Bajos, Noruega, Seychelles y España y que ha desembocado en una respuesta militar selectiva de EE UU y Reino Unidos en un intento de defender el principio fundamental de la libertad de navegación de buques mercantes de muchas naciones que transitan legalmente por aguas internacionales.

Una coalición que lamentablemente no ha tenido el apoyo de la totalidad de la comunidad internacional. Prueba de ello ha sido la abstención de Rusia, China, Argelia y Mozambique en la votación del pasado 10 de enero del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de una resolución que condenaba las agresiones hutíes a los navíos en el Mar Rojo. Incomprensible a pesar de que Rusia, país que mantiene un contencioso con la comunidad internacional como consecuencia de la guerra de Ucrania, se oponga sistemáticamente a cuantas iniciativas norteamericanas en materia de seguridad global puedan proponerse. Incompresible también por la posición china, país que probablemente sufrirá un deterioro de sus exportaciones que se realizan a través de una de sus principales líneas de comunicación marítima lo que está obligando a derivar sus navíos circunnavegando el continente africano triplicando los costes logísticos del transporte, de los seguros asociados y alentando un aumento del alza de los precios. Sólo desde un intento de liderazgo en un guiño claro al 'Sur Globa' podría comprenderse la posición de China en este conflicto.

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Por ello, es necesario poner en valor que las acciones de la Coalición están defendiendo los intereses de la mayor parte de la Comunidad internacional y del orden global en el que se asientan en los principios del Derecho Internacional que preconiza la ONU. Las agresiones de las milicias hutíes que persiguen impedir el libre acceso y uso de aguas internacionales que regula el Derecho del Mar son inadmisibles. Sabedores de que la principal línea de comunicación marítima que une el extremo Oriente y Europa (hasta la apertura comercial de la ruta del Ártico) pasa por el mar Rojo, los rebeldes hutíes se esfuerzan por imponer su ley con agresiones y ataques terroristas.

Pero esas agresiones no sólo se deben calificar como terroristas, sino que además por la utilización ilegal e indiscriminada de la fuerza militar atentan también contra las personas tripulantes de los cargueros y navíos mercantes contraviniendo las normas internacionales del derecho internacional humanitario (DIH) que protege a la población civil en caso de conflicto. Pero claro en este caso y lamentablemente el Derecho de Guerra que incluye el DIH sólo es aplicable a Estados soberanos firmantes de los Convenios de Ginebra y La Haya y no a los actores no estatales como son las milicias hutíes. Quizá la Comunidad internacional debería ser aún más combativa condenando la actitud hutí e imponiendo algún tipo de sanción a aquellos países que los apoyan.

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