En la plural y abigarrada tertulia que nos congregaba en el Salón hace ya más de una década, solía aparecer algunas tardes un señor bajito, ... educadísimo y simpático que hablaba con una elegancia antigua y con un aire a la vez discreto y cosmopolita. Era Juan Antonio Ruescas.
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Pronto, el trato con él nos puso de manifiesto su gran erudición, su fino humor, no exento de cierta socarronería, y su sensibilidad poética. Aquel caballero era escritor y de calidad, comprendimos al leer algunos de sus textos. Aunque nacido en Granada, había cursado sus estudios universitarios en Madrid y en Tokyo, donde pasó luego a impartir docencia. Regresó a España y continuó su labor profesional en la Universidad de Comillas. Fue discípulo de Xavier Zubiri y trabajó también en un puesto de gestión en el aeropuerto de Barajas.
Cuando yo lo conocí, contaba ya con algunas publicaciones en su haber, pero aquel ambiente de la tertulia debió de resultarle propicio y, tras conocer al editor Ángel Moyano, dio a la prestigiosa Port Royal sus 'Sonetos de sentires varios', de factura muy clásica.
Cuando la tertulia del Salón se deshizo, paradójicamente a causa de la gran cantidad de miembros que logró reunir, vimos más espaciadamente a Juan Antonio Ruescas. A veces, coincidíamos en la presentación de alguna obra o en determinada lectura poética en el Centro Artístico y su mucha gentileza continuaba proporcionándonos gran alegría.
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La edad y sus quebrantos lo recluyeron más en su casa, pero desde entonces, con británica puntualidad, casi todas las Navidades nos ha ido enviando, a modo de aguinaldo, algún nuevo libro, por lo común en ediciones no venales. Hace menos de una semana, recogí el último: 'Desde mi sillón. Reflexiones y relatos', un libro muy variado, entretenidísimo, que se caracteriza, como casi toda su obra, por el chispeante ingenio, por el lenguaje enjundioso en el que los cultismos (Ruescas es un buen latinista) alternan con los diminutivos, en el que nos presenta una amplia galería de personajes divertidos y bien trazados y en el que, con agilidad para introducirnos en la acción, recrea ora ambientes rurales, por lo general manchegos, ora ecos de sus vivencias, temas de actualidad e incluso algunas estampas fantásticas, para rematarlo todo con un dolorido soneto dedicado a los males que atraviesa España. Claro que este es un país de valiosos escritores independientes poco o nada conocidos.
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