Feijóo, aprueba los PGE

Marcial Vázquez

Politólogo

Jueves, 9 de octubre 2025, 22:47

El dictador criminal Maduro ha vuelto a adelantar este año la Navidad por Decreto al 1 de octubre. Nos reímos mucho de esto, pero aquí ... en España estamos cerca; no por orden del Gobierno, sino del Corte Inglés, que acaba contagiándose al resto de comercios y provocando el agobio surrealista de estar aún a 30 grados en la calle, sin siquiera haber comprado los disfraces y calabazas para hacer el mamarracho en Halloween, y tener los turrones y los pinos de Navidad encima de nuestras narices en los centros comerciales. Eso sí, Maduro puede tocar tranquilo la zambomba contra los derechos humanos porque no va a ir ninguna flotilla de perroflautas ociosos a pedir que no se torturen ni se asesinen a los opositores de la narcodictadura.

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Al final, cuando la política no sirve para mejorar la vida de las personas solo sirve para otra cosa: llenar los bolsillos de unos cuantos. Por eso la democracia es tan importante por todos los valores que encierra y que le dan sentido. Hay quienes destruyen la democracia para fundirse con el poder; pero también debemos desconfiar de los que pretenden llegar al poder al precio que sea para salvar la democracia. Incluso hay una tercera categoría: los que quieren condicionar al poder sin hacer política, que suelen disfrazarse de «sociedad civil» o presentar chiringuitos ideológicos que en inglés se llaman think tank y suena mejor. Laboratorio de ideas, que dicen, pero en la mayoría de los casos son fábricas de sectarismo al servicio de los partidos, y en otras plataformas de salvadores de la patria que quieren dictar las leyes y hasta las costumbres, pero no meterse en el barro sucio de la política. El problema es cuando ya viene oliendo a ese barro, como Espinosa de los Monteros, un ejemplo bastante didáctico de lo perdida que está la derecha en este país y el sindicato antisanchista radical en su conjunto.

El problema de Espinosa no debe de ser su pasado, aunque fuese una cara muy visible de Cox. No es ningún secreto que muchos hemos estado en sitios que hoy no estaríamos. Ni tampoco es el primero en dar giros bruscos, ahí tenemos a Rosa Díez como máximo exponente. Otra cosa es cómo valore cada cual el cambio: si como resultado sincero del aprendizaje, o como método necesario de supervivencia. Es cierto que en sus entrevistas Iván aparece ahora como un hombre moderado que viene a templar gaitas, a promover el diálogo y la serenidad. Pero todo tiene un aroma a tecnocracia impostada que tira para atrás. Mi apuesta es que es una plataforma que ha creado para postularse a ministro del Pepé.

Precisamente, pensaba algo sincero, si Raxoi me llamase para pedirme un único consejo, sé perfectamente lo que le diría: Mariano, pacta la aprobación de los PGE con el Gobierno. Es algo que va contracorriente, pero tiene dos ventajas: haces algo verdaderamente útil para España por una vez en tu vida; y pruebas a ver qué pasaría en las encuestas cuando un político apuesta por el interés general por encima del suyo. Por desgracia, el camino por el que ha apostado Feijoy es la confianza de que el juez Peinado haga de verdugo y en el Senado se monte un patíbulo contra Pedro Sánchez. Hemos pasado del que «caiga España» del impresentable de Montoro al que «caiga lo que haga falta» del mediocre absoluto, desastre sin paliativos, de Feijóo. Recuerdo que hace unos meses repitió varias veces en sus discursos que él estaba perfectamente preparado para gobernar España. Bueno, visto cómo está llevando la oposición, es de suponer cómo llevaría el gobierno. Si Raxoi llega a la Moncloa, podríamos decir como cuentan que decía el padre de Franco de su hijo: «nunca mi hijo pudo llegar a tanto ni España llegar a menos».

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