La represión contra la población bielorrusa no liquidará la resistencia
No se descarta, que como han recogido algunos medios, Bielorrusia pueda de hecho llegar a ser ocupada por Rusia
Se ha cumplido ya un año de la invasión rusa a Ucrania y de la guerra subsecuente que Putin no calculó. Tras decenas de miles ... de muertos por ambos bandos y tras la enormidad de la destrucción y del dolor que el déspota ruso ha causado en las ciudades ucranianas, el conflicto parece estancarse y la geopolítica mundial ha cambiado, emergiendo China como un actor que sostiene la mirada al hegemón estadounidense. ¡¿Quién lo hubiera pensado hace tan solo catorce meses?!
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Pero otros conflictos persisten a pesar de estar relegados a la invisibilidad, debido a que la guerra entre Rusia y Ucrania acapara prácticamente toda la actualidad informativa. Me vienen a la memoria el conflicto palestino-israelí, la persecución del gobierno militar de Myanmar mayoritariamente budista, sobre los musulmanes rohinyás, la guerra civil que desangra a Yemen, la que desangra a Siria...
En 2020 un colega y yo mismo escribimos un artículo en IDEAL haciéndonos eco de la situación política y de las revueltas que los ciudadanos bielorrusos estaban llevando a cabo contra las elecciones fraudulentas que Lukanshenko, otra vez, había «ganado».
El sátrapa bielorruso, de facto una marioneta de Putin, sigue persiguiendo, encarcelando y torturando a los opositores a su gobierno. Esa mano de hierro con sus ciudadanos contrasta con una sumisión prácticamente sin condiciones a los dictados del Kremlin. Dicho de otro modo, es fuerte con los débiles y a su vez se somete con gusto al dictado del fuerte. En fin, un consumado canalla.
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Solo cinco países votaron en contra de condenar la invasión rusa de Ucrania; uno de ellos fue Bielorrusia, a la que acompañaron otros tres gobiernos satélites de la órbita de Moscú, a saber, Corea del Norte, Siria y Nicaragua, a los que últimamente se les han sumado Mali y Eritrea. Todos esos gobiernos son como es de sobra conocido, un dechado de violación de los derechos humanos más elementales. Creo que está todo dicho. Tres años después de aquellas manifestaciones, la resistencia de la ciudadanía bielorrusa a la tiranía, sigue incólume aunque por estos lares no estemos en general, muy informados al respecto. «Los partisanos bielorrusos están comprometidos a expulsar a los fascistas de su tierra» declaran con vehemencia y tenacidad. Y para ello no dudan en sabotear líneas férreas impidiendo de esta manera que les lleguen efectivos al ejército ruso, que dicho sea de paso, campa a sus anchas por territorio bielorruso.
Machulishchi es un aeródromo militar situado cerca de Minsk donde estaba estacionado un avión ruso de control, modelo Beriev A-50U. En un alarde de valor y arrojo, la resistencia bielorrusa encabezada por ByPol, utilizó drones para dejar el avión prácticamente destruido. «Ya no volará a ninguna parte», ha declarado con orgullo Azarov, líder de ByPol. El sabotaje de ese avión ha supuesto para Rusia una pérdida que es más que simbólica, ya que son aeronaves particularmente costosas.
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Se entiende entonces que Lukashenko esté tratando de mantener este caso en secreto por la pérdida de prestigio que supone también para él mismo, ya que evidencia que no tiene la situación interna de su país bajo control. No extraña que en todas las ciudades cercanas al aeródromo de Machulishchi, se estén realizando registros y redadas en las que la policía se está empleando a fondo para evitar que la resistenciase extienda, envalentonada con ese éxito. Esos ejemplos son también una clara demostración de la pérdida de soberanía del gobierno de Lukashenko que tolera a un ejército extranjero dentro de sus propias fronteras. No se descarta que como han recogido algunos medios, Bielorrusia pueda de hecho llegar a ser ocupada por Rusia.
«Estoy preparado para hacer la guerra junto con los rusos desde el territorio de Bielorrusia,» dijo sin ningún complejo Lukashenko, y se sabe también que ha llegado a un acuerdo con Putin para que las empresas industriales militares bielorrusas produzcan equipos y aviones para Rusia, lo que sugiere que la capacidad rusa para producir esos equipos empieza a ser insuficiente.
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A tal extremo de opresión han llegado por la paranoia del tirano, que están prohibidas las reuniones de más de cinco personas, y en la ciudad bielorrusa de Orshauna activista por los derechos de los animales que invitó a personas afines a abrir una casa para dar cobijo a gatos callejeros fue acusada de «desestabilizar la situación en el país» y condenada a quince días de prisión. El político bielorruso y premio Nobel de la Paz Ales Bialiatski ha sido condenado a 10 años de prisión y 65.000€ de multa por incentivar protestas antigubernamentales en 2020. Ese tsunami de represión contra la población civil bielorrusa no liquidará la resistencia. Ya lo decía Foucault, «siempre que hay poder, hay resistencia a ese poder», a la vista está.
Todo eso está ocurriendo en Europa, a cuatro horas escasas de vuelo desde Madrid. Cuesta creerlo.
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