La capacidad del capitalismo para producir mercancías y riqueza fascinó a uno de los colosos intelectuales del siglo XIX, el alemán Karl Marx. Al mismo ... tiempo, el penetrante y profundo pensador percibió que, por su propio funcionamiento, el capitalismo tendía a concentrar la riqueza generada en unas pocas manos. Lo llamó «depauperación» y la historia económica de los siglos XX y XXI ha corroborado esa sombría predicción. Las crisis cíclicas de sobreproducción (1973) y financieras (1929, 2008) son también disfunciones que el sistema capitalista lleva en su propio seno. No obstante, es un generador de riqueza y por tanto de potencial bienestar, como no ha habido otro en toda la historia de la humanidad. Y como sistema económico de producción, no tiene a fecha de hoy, una alternativa viable. Pero si el Estado mitiga esa desigualdad redistribuyendo vía impuestos la riqueza que se genera, y garantiza para toda la población asistencia sanitaria, educación, y acceso a la justicia, todo ello para todos, entonces el sistema es sin duda, el mejor que ha existido. Le llamamos socialdemocracia y es el sistema que ha permitido que más gente tenga una vida digna.
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Llegué a la Universidad de Buenos Aires el 11 de diciembre de 2023, justo el día después de la toma posesión de Javier Milei como presidente electo de la nación argentina. Entre el profesorado y el personal de la universidad se respiraba ya, una atmósfera cargada de pesimismo. Tenían motivos, Milei había anunciado el no prorrogar los contratos del profesorado no permanente y el despido casi masivo de personal de apoyo a la investigación. Pero eso era poco para la que se avecinaba, no se preveía que congelara fondos previamente comprometidos para proyectos científicos y realización de tesis doctorales. A día de hoy Milei ha puesto al sistema universitario y científico al borde de la quiebra lo que conllevará una disminución en la calidad de la docencia, en la generación de conocimiento, y en la transferencia de éste a las empresas con lo que la sociedad en su conjunto, se empobrecerá.
Desde el mismo 12 de diciembre, el ultraliberal Milei hizo efectivas un paquete de medidas que suprimían una gran cantidad de leyes sociales que el peronismo, con Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner habían promulgado durante los últimos 4 años que duró su mandato. A demoler esa protección social es a lo que Javier Milei se ha dedicado desde el minuto uno. Hay que señalar que la situación política, social y económica bajo el gobierno peronista no era precisamente arcádica. La inflación estaba disparada, (148%) y la economía «sumergida» y la corrupción en niveles importantes. Pero parece que todo eso empeora. Milei prometió lo que sabía que era imposible, de hecho, solo un mes después dijo que «serán nuestros hijos los que disfruten las políticas de hoy».
Su lema durante la campaña fue «Viva la libertad, carajo». ¿A qué libertad se refería Milei? Veamos.
«Viva la libertad, carajo» pero presenta en el Congreso un proyecto para ilegalizar el aborto, proponiendo hasta tres años de cárcel para las mujeres que interrumpan voluntariamente su embarazo. Evidentemente puso en pie de guerra a las organizaciones feministas y a amplios sectores de la sociedad.
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«Viva la libertad, carajo» pero intentó vía decreto, limitar el derecho a la huelga.
«Viva la libertad carajo» para intentar legalizar jornadas de 12 horas y permitir contratos irregulares.
«Viva la libertad, carajo» pero Milei ha pretendido declarar Argentina en estado de «emergencia pública», lo que lo facultaría para asumir funciones que en realidad corresponden al Parlamento. Todos esos decretos han sido declarados inconstitucionales.
«Viva la libertad, carajo» pero ha suprimido la subvención al transporte público con lo que muchos pensionistas, y mucha gente ya de por sí en precario, no podrán asumir el coste del billete de autobús o de metro.
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«Viva la libertad, carajo» ha significado para los argentinos de hoy, la desprotección prácticamente total de los sectores más vulnerables de la sociedad. A esa libertad se refería Milei.
Lamentablemente, no les es extraño «ese viajero» a los argentinos; los gobiernos de de la Rúa y Carlos Menem, con políticas muy parecidas, provocaron brutales crisis económicas y sociales. Pero es como si por lo desesperada de su situación, los argentinos hayan tropezado otra vez en esa piedra.
Me dicen mis colegas de allí que ya se empieza a sentir el arrepentimiento en muchos de sus votantes. Y lleva cuatro meses.
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