La violencia, afirmó Gandhi, es el arma de los débiles, y no hablaba en sentido físico, sino en relación a los débiles de argumentos, principios ... y convicciones. Es cierto que el mundo está organizado violentamente, por cuanto que una minoría ha sustraído el poder y los recursos a la mayor parte de los pueblos del mundo (más de la mitad de los ingresos nacionales que se generan globalmente están acaparados por el 10% más rico de la población), provocando desigualdad, pobreza y marginación, e impidiendo el desarrollo en muchas regiones del planeta; y ésta es, sin duda, la causa primordial de todas las violencias derivadas. Pero no lo es menos que responder violentamente a la injusticia no crea sino una espiral que tan bien definió el obispo brasileño Hélder Cámara de la que las víctimas finales son, nuevamente, los pueblos y en un marco aún peor que el primero.
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El mundo tiene, tenemos, muchas causas pendientes por las que hay que luchar y trabajar, mas, frente a ellas, la violencia no es ni ética ni práctica. No es ética porque no se pueden emplear las mismas armas que intentamos combatir (un mundo violento no está en nuestro horizonte) y porque los fines deben estar en los medios como el árbol en la semilla, en palabras del Mahatma. Y no es práctica porque, tras el impacto inicial, traerá dolor y sufrimiento, además de mayor represión y pérdida de derechos, a veces por largos periodos de tiempo.
Entre los que han comprendido este mensaje no sólo se encuentran los movimientos que trabajan por la paz, sino los que lo hacen por el medio ambiente, los derechos humanos o contra la pobreza. En este sentido dijo con razón Bob Gerdof, a propósito de los conciertos Live 8 que promovía, que la presencia de grupos violentos en las manifestaciones frente a las reuniones de los G-8 y similares (ciertamente, las élites que dominan el mundo), era completamente ajena a los verdaderos movimientos anti globalización cuyo lema afirmaba que Otro mundo es posible.
Nadie que crea en un nuevo ser humano y una nueva sociedad debería coquetear con la violencia. Grandes figuras de nuestro tiempo como Gandhi, Martin Luther King, Lanza del Vasto o las Madres de Plaza de Mayo han mostrado las enormes posibilidades de la noviolencia y los éxitos que acompañan a unos objetivos justos y a unos medios acordes con ellos, aunque requieren constancia y sacrificio, algo que no todos son capaces de mantener, sólo los espíritus fuertes. Se equivocan, por tanto, las viejas tradiciones revolucionarias al señalar la violencia como partera de la historia, habiendo dado, más bien, la razón al líder hindú cuando afirmaba que lo se conquista por la violencia, por la violencia debe mantenerse. Mas, aun así, no hay nada nuevo descubierto, ya que desde hace miles de años filósofos y Maestros nos han prevenido de lo que cada vez parece más evidente: ojo por ojo y el mundo quedará ciego.
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