Ver fachas por todas partes es una forma de miopía ideológica que, al contrario de la vista cansada, solo se corrige leyendo mucho. Lo mismo ... ocurre con ver rojos peligrosos hasta en la sopa. Facherío y rojerío solo existen en mentes que para economizar neuronas simplifican sus opiniones hasta convertirlas en sentencias sin derecho a réplica.
Publicidad
Lo único que no cambia en este mundo es que todo cambia constantemente. El facha de antaño es solo un recuerdo histórico, pero lo que quedó de ese polvo de estrellas ha mutado y hoy es transversal, puede militar en cualquier ideología, incluso en ninguna, y solo es cuestión de tiempo el que asome la patita. Por sus obras lo conoceréis.
Pero, ¿qué es un facha? ¿Es una ilusión? ¿Es un frenesí? Nadie lo sabe. Encontrar uno a la antigua usanza es una sombra, una ficción, porque nada soporta la carga horrible del tiempo, que todo lo derrumba. Al facha clásico le ocurrió igual que al muro de Berlín, que pasó de ser un símbolo de la Guerra Fría a venderse en pequeños retalitos como la túnica de un santo.
Puede que sea un ingenuo, pero siempre he entendido que el lenguaje no es solo la transmisión de información o de prejuicios, sino un sistema de convivir y entender la realidad de otros.
Cuando alguien no coincide con nuestros parámetros ideológicos lo más socorrido es llamarle facha, término que también es pandemia y para el que no hay más vacuna que dudar de nuestra posesión de la verdad.
Publicidad
A mí me preguntan qué es un facha y no sé qué contestar, pero si lo veo actuar pasa a ser algo explicable. Aunque no lo percibamos, las ideologías evolucionan continuamente, porque, cuando se detienen, mueren.
El facha del imaginario colectivo pasó a la historia. El de hoy es el que reduce a la nada la opinión ajena, por eso hay tantos disfrazados de muy liberales o muy progresistas opinando en las redes sociales. Para comprender este asunto, me remito a aquella famosa frase de Woody Allen: «También hay reaccionarios de izquierdas». Que traducido al refranero español significa que el hábito ideológico no hace al monje.
Publicidad
En ocasiones veo fachas, pero lo mismo es imaginación mía. Pero haberlos, haylos.
Estos días no oigo ninguna alerta antifascista, lo único que suena sin parar es la alarma económica.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión