Vamos con una de espías; a ser posible en blanco y negro con su gama de grises. Las tramas de espionaje tienen morbo y dan ... mucho juego a novelistas y cineastas. Ahí están las películas de Bond, las adaptaciones de Le Carré o las cintas de Hitchcock. Los relatos de espionaje tienen base histórica y tratan las prácticas asociadas a la obtención encubierta de datos o de información secreta, utilizando para ello técnicas clásicas como la penetración en las líneas enemigas con el auxilio de toda clase de artimañas.
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De algún modo, el espía tiene algo de mito. De él, o de ella, tenemos la imagen de persona hábil, políglota, experta en escapismo, triquiñuelas y toda clase de novedades tecnológicas. Gente de acción y con una carga exótica que parece de ficción. Suelen ser héroes o villanos según el cristal de quien los mira, y cumplen su papel en este thriller político del desconcierto mundial. Pero existir, existen. Sin ir más lejos ahí está la 'Vieja del Visillo' de Mota, en competencia directa con la serpenteante espía neerlandesa Mata Hari.
Hoy hablo de espionaje por dos noticias: Una, por el asunto del policía infiltrado en grupete separatista catalán para obtener información sobre sus intenciones. Al parecer, y como suele ser habitual, el espía hizo valer sus encantos y sedujo a un selecto ramillete de féminas de cofradía 'indepe' que, entre sus muchas 'okupaciones', también tienen su corazoncito; al punto que el espía se lo ha roto a cinco de ellas y, claro, con la que está cayendo en materia de impulsos sexoafectivos y otros arrebatos, las ultrajadas damas se han querellado contra el agente infiltrado, eso sí, no sin antes constatar que el galán no era del todo de la cuerda separatista y libertaria. Y, ¡hasta ahí podíamos llegar!, han clamado en el juzgado. La denuncia la han puesto a toro más que pasado y solo tras descubrir que su vigoroso amante era policía, pues mientras duraron las mieles amatorias nadie rechistó ni dijo nada. (Como si hoy para entregarse al trance carnal fuera imprescindible verificar filiación, oficio y devociones del contrincante).
El segundo asunto de espionaje que cito va de globos-espía chinos, de los que surcan el espacio aéreo del adversario; no de los que usted y yo compramos en esas tiendas que tienen de todo y que de tantos apuros sacan cuando acudimos a deshoras, por ejemplo, a reparar un grifo. No, no hablo de esos globos de colores que venden a buen precio los orientales de ojos rasgados, y que quedan requetebién en el cumpleaños del retoño. Me refiero a los aeróstatos que, ojo avizor, sobrevuelan de vez en cuando territorio norteamericano, casi siempre y de casualidad, para fotografiar alguna base militar donde se localizan y gestionan los misiles balísticos intercontinentales.
En fin, espías unos y otros más o menos camuflados que realizan el encargo, y que en muchos casos se pasean como Pedro por su casa, aunque nadie les dé vela en el entierro.
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