España, Marruecos y el Sahara
En este contexto de crisis como el actual, el presidente del Gobierno, sin encomendarse a nadie y despreciando los apoyos y la voluntad política del pueblo español, se arrogue una representación que correspondería al jefe del Estado para un acuerdo con Marruecos
Desde la descolonización del Sahara Occidental por parte de España con los acuerdos de Madrid el 14/11/1975 entre Marruecos, Mauritania y España, la ... situación se ha caracterizado por su ambigüedad jurídica; aunque hay autores que van más allá y afirman que es inmoral y contraria al derecho internacional, pues dichos acuerdos, descargaban la responsabilidad del futuro del Sahara Occidental en Marruecos y Mauritania, si bien ambos países «respetaran la opinión de la población saharaui expresada a través de la Yemaá». Mauritania, como consecuencia del enfrentamiento armado con el Frente Polisario, se retira de este territorio en 1979, quedando Marruecos como potencia administradora y soportando el peso del conflicto.
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A partir de ahí, Marruecos inicia un proceso de anexión territorial que justifica con criterios históricos, culturales y políticos. Este hecho de reconocimiento territorial, se convierte en la clave fundamental de la política interior y exterior del Reino de Marruecos y en su desarrollo no escatima esfuerzos económicos y políticos. Realidad que posiblemente no haya sido valorada, en su justa medida, por los distintos gobiernos de España.
Recuerdo que en una conferencia que pronuncié hace más de una década, indicaba que España puede estar con Marruecos o contra Marruecos, pero nunca puede ignorar a Marruecos; significando con ello la importancia y la necesidad del mutuo conocimiento y entendimiento. Personalmente he tenido clara esta realidad y dentro de este esquema he realizado todas mis relaciones con Marruecos, tanto personales como académicas, así como institucionales cuando he tenido la responsabilidad de ello. Este entendimiento, en algunos casos, ha alcanzado el nivel de amistad personal, pero en ningún momento ha supuesto una posición de sumisión ni de prepotencia, aunque si de respeto mutuo; eso sí, entendiendo bien el lenguaje cultural, así como su expresión política y diplomática, como premisa previa.
De otra parte, es necesario comprender cuál es la posición de Argelia con respecto a esta situación, que ha llevado a una ruptura de relaciones con Marruecos y su posición de alineamiento con países como Rusia o China; pues en el fondo estaban defendiendo una opción geoestratégica, de vital importancia para ellos, como es el acceso al Atlántico a través de lo que sería la República Árabe Democrática Saharaui.
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Sorprende que, en este contexto de crisis como el actual, el presidente del Gobierno de España, sin encomendarse a nadie y despreciando los apoyos y la voluntad política del pueblo español, se arrogue una representación que correspondería al jefe del Estado y llegue a un acuerdo con el Estado marroquí sobre un aspecto tan importante en las relaciones bilaterales. No niego que el tema no se substancie y se acuerde, lo que es inaceptable es que comprometa al Estado como si de un autócrata se tratara; cuando además las relaciones diplomáticas con Marruecos arrojan un saldo muy negativo para España, a la vez que debilitan nuestra posición con respecto a las relaciones bilaterales con Argelia.
Mohamed VI ha vuelto a demostrar más inteligencia que Sánchez al invitarle a cenar en el espacio sagrado del Ramadán, que es un buen momento en su cultura para restablecer lazos de amistad, pero no creo que Sánchez entienda el sentido del gesto pues hubiese diseñado el viaje de otra manera y sus resultados hubieran sido distintos, pero es inútil pedir prudencia a un tonto con iniciativa.
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