Dos personas mayores caminan bajo la sombra de un árbol. E. P.
Los olivos suicidas

Mi pensión

El debate no es si los actos individuales, meramente testimoniales, sirven de algo, (...)

Ernesto Medina Rincón

Jaén

Miércoles, 19 de febrero 2025, 23:26

Cuando me hube jubilado tras casi cuarenta años de servicios como profesor, recibí una notificación electrónica de la Seguridad Social en la que me comunicaba ... que, aunque según mis periodo y cuota de cotización me correspondía una cuantía mayor, cobraría la pensión máxima establecida. La Administración me informaba –con palabras mucho más técnicas que omito para mayor claridad –de que podía ajustar las retenciones a cuenta del IRPF para que la declaración de la renta me saliera lo comido por lo servido. Dada mi conformidad, mensualmente ingreso 2.500 euros líquidos.

Publicidad

Tras la exposición de los hechos, comienzo con las reflexiones. Fue anunciada una subida del 2.8% en enero para todos los pensionistas. «Setenta euros más para la buchaca». Atónito contemplé en la nómina de enero que dicha subida se había quedado reducida a siete euros. Había ascendido de tramo impositivo. Mucho alpiste para tan poco colorín. Peor le fue el asunto a mi hermano Ismael, que cobra una pensión algo menor. Ha perdido diecisiete euros por aquello del ascenso en el escalafón de los contribuyentes. Murmura entre dientes que con cuentas así también es él ministro de Hacienda.

Honestamente la cuantía de la pensión máxima me parece un exceso si considero los sueldos miserables que cobran los jóvenes con y sin formación universitaria. Me temo, además, que el sistema no será sostenible. La esperanza de vida se sitúa en España por encima de los noventa años, por lo que a muchos nos van a estar costeando los nuevos trabajadores un mínimo de treinta años. Añadido el descenso de la natalidad, que alguien me cuente, si no es recurriendo a los inmigrantes, cómo se va a sufragar el monto de las pensiones en España.

Un conocido, en similares circunstancias a las mías, me rebatió «hemos cotizado la pila de años; cobramos lo que está determinado por ley, pero si tanto rechazo ético te produce, siempre puedes renunciar a la parte que consideres inmerecida». No discutí. El debate no es si los actos individuales, meramente testimoniales, sirven de algo, sino si estamos dispuestos a la asunción particular de medidas impopulares en aras del bien común. Dicho de otro modo, no me opondría a una rebaja de mi pensión, siendo consciente de que puedo permitirme el brindis al sol con la seguridad de que no hay Gobierno que se atreva a meterle mano a ese melón.

Publicidad

El avezado lector se preguntará a dónde quiero ir a parar con tanta disquisición que no se sustancia en nada. He aprovechado las pensiones para rascar la superficie de los problemas e injusticias económicas que nos acechan: el dinero negro, la bolsa de defraudación a Hacienda, los salarios y jornada laboral de los jóvenes, la jubilación miserable de bastantes autónomos, la tributación del Salario Mínimo Interprofesional, que al igual que ha sucedido con el tan cacareado incremento de las pensiones se ha quedado en un parto de los montes… Id est, en la falta de consenso para abordar a largo plazo los problemas económicos, demográficos y tributarios de España. Confieso que en el fondo tengo miedo de que un día, quebrada la tesorería pública, me quede sin pensión.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad