Los valores en nuestra vida y en nuestra sociedad

Enrique Gervilla

Lunes, 31 de marzo 2025, 23:24

«El concepto de cultura es un concepto de valor» (Max Weber).

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La vida humana es imposible sin valores

Bajo distinta nomenclatura la pluralidad de ... realidades valiosas se hace presente en la vida individual y social de los humanos como aspiración y conquista, siempre inacabadas, del bien. En consecuencia, pues, la ausencia de ciertos valores es la causa de la violencia en sus múltiples modalidades, ocasionando la destrucción de la persona y de la convivencia familiar, escolar o ciudadana, pues como ya afirmó Maslow, la carencia de valores conllevaría la muerte o patología de la persona en cuanto tal.

«Existir sin un sistema de valores es patológico. El ser humano necesita una trama de valores, una filosofía de la vida, una religión o un sustituto de la religión, de acuerdo con la cual vivir y pensar, de la misma manera que necesita de la luz solar, del calcio o del amor (...), porque muchas de las perturbaciones halladas en los niños y adolescentes deben ser interpretadas como consecuencia de la incertidumbre de los adultos acerca de los valores».

La razón de ello radica en que los seres humanos se han planteado y se plantearán siempre (más allá de sus conocimientos y técnicas utilitarias) cuestiones que atañen al sentido de su existir, creando universos simbólicos como respuesta. Por eso, la literatura de todos los tiempos, las leyes, las costumbres, el arte, las canciones, etc. han fomentado o rechazado unos u otros valores y creencias según el momento histórico.

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La multiplicidad de valores en nuestra sociedad

El ser humano, por naturaleza, anda hambriento del bien como de la comida, de la bebida, del sexo o del descanso. De aquí que expresiones tales como «vivimos en una sociedad sin valores», o bien «se han perdido los valores», o «la juventud de hoy carece de valores», etc., además de falsas, manifiestan un radicalismo e inmovilismo axiológico. Quienes tales afirmaciones sostienen sólo pueden afirmar que la sociedad o la juventud actual carecen de «sus valores», o de los valores vigentes años anteriores, pero no la carencia total de valores, pues tal carencia conllevaría la muerte del ser humano y de la educación.

No vivimos en una sociedad carente de valores, o ciega ante el valor, sino en una sociedad plural en cuyo fundamento se conjugan un conjunto de valores que hacen difícil, y a veces hasta imposible, diferenciar el valor de unos del antivalor de otros. Ideologías y partidos políticos se fundamentan en un conjunto de valores, algunos diversos, posiblemente otros idénticos, pero con jerarquía diversa. Basta ver las discusiones, oposición y votaciones diversas, en el Congreso y en el Senado, ante un mismo tema.

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La presencia en la legislación

De aquí que, la Constitución española (1978), al regular la convivencia democrática de los ciudadanos, en su artículo primero, nos afirma la necesidad de los valores: «España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político». E igualmente el Tratado de la Constitución para Europa (2004) en el artículo I-2 se ocupa de los valores de la Unión: «La Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías. Estos valores son comunes a los Estados miembros en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombres».

Orientaciones para la educación en valores

Los valores fundamentan nuestra vida y nuestra sociedad, en consecuencia, su presencia en la educación es incuestionable, pues si educar es perfeccionar, hacer mejor al ser humano, la única posibilidad de realizar tal acción es en valores, en el bien. A modo de conclusión enumeramos el siguiente decálogo para educar en valores:

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1. La valiosidad de los valores se muestra (afecto) y se demuestra (razones).

2. Los valores se proponen, no se imponen, pues la fuerza de los mismos consiste en convencer, no en vencer.

3. No es posible la educación en valores sin la adhesión interior del educando. La educación supone querer educarse.

4. No siempre que se viven valores (obligados), se educa en valores.

5. Obligar a vivir valores es tan ilógico como obligar a un sordo a oír o a un ciego a ver. No es posible dar o vivir lo que no se tiene.

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6. Los valores se aprenden por contagio en el ambiente. El ejemplo posee la doble fuerza de ser contenido y vida, mensaje vivido.

7. En el aprendizaje de los valores el «cómo» (medio, manera) es, a veces, superior al «qué» (contenido).

8. Los valores se presentan y vivencian en la cooperación, no en la competencia.

9. Alcanzar el valor conlleva esfuerzo y lucha para superar el antivalor, así como el sacrificio de valores inferiores.

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10. Para educar en valores es necesario, además de querer (buena voluntad), saber-hacer (conocimiento).

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