José Ibarrola

La misión humana y humanizadora de los profesores

«Como sean los maestros y educadores, así serán los niños». El maestro hace la escuela; buscad un buen maestro, y él os dará hechos, escuela y reglamento» (A. Manjón).

Enrique Gervilla

Catedrático jubilado | Departamento de Pedagogía | Facultad de Ciencias de la Educación

Lunes, 22 de septiembre 2025, 00:13

En el presente mes de septiembre iniciamos un nuevo curso que deseamos sea para todos un año feliz, pues la felicidad es un «supremo valor» ... humano y humanizante y, en consecuencia, es imposible no desearlo. De aquí que se encuentre presente en nuestra vida diaria: en nuestro cumpleaños, nuestro santo, en Navidad o inicio del año.

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Y lo más importante, sobre todo para el profesorado, es ser consciente de que trasmitimos a los alumnos lo que decimos, hacemos y, más aún, lo que somos. En consecuencia, es sustancial ser personalmente feliz, pero más aún saber que tal felicidad se trasmite a los demás. «Y nadie da lo que no tiene». Todos debemos ser conscientes de ello. El Papa Francisco decía que «la vida se alcanza y madura a medida que se entrega para dar vida a los otros».

La importancia del profesor

Frecuentemente se denomina como similares los vocablos profesor y educador y, sin embargo, desde una visión pedagógica, el significado es diverso. El educador es quien educa, que incluye la enseñanza. Y el profesor es sólo el que enseña, y tal enseñanza sólo es educativa si es perfectiva, es decir: buena, humanizante y humanizadora

La enseñanza (de «insigno» = señalar, mostrar, poner delante) a tenor de su etimología, significa «mostrar algo a alguien». Es, pues, un proceso de comunicación en el cual alguien (docente) pretende transmitir un contenido a alguien (alumno) para que lo aprenda. Dicho contenido puede ser lo mismo conocimientos que destrezas, sentimientos o valores.

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La función transitiva de la enseñanza demanda el aprendizaje, calificándose de eficaz o ineficaz la tarea docente en función del grado de dicho aprendizaje. Ya Dewey, aludiendo a esta eficacia, comparó enseñanza-aprendizaje con compra-venta, acentuando la necesidad de tener en cuenta a los destinatarios de la docencia como lo hace el que vende en relación a sus compradores.

Desde el punto de vista formativo, no toda enseñanza, sin más, puede calificarse de educativa. Es necesario que el contenido que se enseña, el modo y la finalidad sean valiosos, acordes con la dignidad del ser humano, según los principios éticos.

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La importancia de la educación antes y ahora

En la Historia de la Educación, y ya desde la antigüedad, la importancia del profesor/educador ha sido permanente. Ya Quintiliano, en el siglo primero antes de Jesucristo, escribió:

«El maestro no tendrá vicio alguno, pues no hay palabras que tengan más peso, ni enseñanza más eficaz que las de aquellos maestros a quienes amamos: pues no se puede ponderar con cuanto gusto imitamos a aquellos a quienes amamos»

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E igualmente en la actualidad, el filósofo Julián Marías afirma:

«El profesor debe despertar deseos, aunque no pueda satisfacerlos. Deseo de saber, sin duda; más aún deseo de ver, de mirar, de preguntarse, de quedarse perplejo, de moverse en un mundo mágico que el joven casi siempre desconoce y que el profesor descubre, entreabriendo una puerta, quizás sin atreverse a franquearla él mismo. Contagiar el pensamiento pensando ante los estudiantes y con ellos –hoy se acentúa más esto segundo que lo primero...– es la función primordial del profesor, la única que justifica su existencia. Si no, ¿para qué? Hay libros y ensayos y artículos y mapas y bancos de datos. Todo está mejor y más completo en ellos. Lo que no esta es el entusiasmo, el gusto por las cosas y esa fruición de que antes hablaba».

Las características de los buenos profesores según Ryans:

1. Vivo, entusiasta.

2. Se interesa por los alumnos y las actividades de la clase.

3. Alegre, optimista.

4. Posee dominio de sí, no se perturba fácilmente.

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5. Le gusta divertirse, tiene sentido del humor.

6. Reconoce y admite sus faltas.

7. Es honesto, imparcial y objetivo en lo que se refiere al trato de los alumnos.

8. Es paciente.

9. Muestra comprensión y simpatía en su trabajo con los alumnos.

10. Amigable y cortés en sus relaciones con los alumnos.

11. Ayuda a los alumnos en sus problemas personales y escolares.

12. Impulsa el esfuerzo y la recompensa, el trabajo bien hecho.

13. Reconoce los esfuerzos de los alumnos.

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14. Prevé las reacciones de otros en los contextos sociales.

15. Estimula a los alumnos a que actúen lo mejor posible.

16. El trabajo de la clase está bien organizado y metódico.

17. Método flexible dentro de un plan.

18. Se adelanta a las necesidades de cada uno.

19. Estimula a los alumnos con ayuda de materiales y de técnicas interesantes y originales.

20. Demuestra y explica claramente, de manera práctica.

21. Da directivas clara y concienzudamente.

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22. Estimula a los alumnos a resolver sus problemas personales y apreciar sus realizaciones.

23. Asegura la disciplina, calmada, digna y positivamente.

24. Ayuda con voluntariedad.

25. Prevé y ensaya resolver las posibles dificultades.

Feliz curso a todo el profesorado

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