La difícil tarea de educar: Orientaciones para un nuevo curso

Pero los profesores, siendo elementos importantes, no somos los únicos agentes educativos, pues en nuestra sociedad siembran también: los padres, los abuelos, los amigos, los medios de comunicación, las discotecas, las películas, Internet, etc. Y esta siembra recoge también sus frutos en sentido positivo o negativo.

Necesidad

Afirma Zubiri que «el hombre, al existir, se encuentra con la tarea primordial de que hay que hacerse». Una tarea ineludible, pues nacemos humanos, pero no humanizados; personas, pero no personalizados; sociales, pero no socializados.

El ser humano nace inmaduro e inacabado, es el ser más desvalido de los animales, pues no nace con conductas resueltas, como sucede instintivamente en los animales. Esta inmadurez e indefinición biológica facilita la diversidad del aprendizaje en diversos sentidos, positivos o negativos, por lo que se hace evidente la necesidad de la orientación positiva de la educación, pues como ya afirmó Kant: «Únicamente por la educación el hombre puede llegar a ser hombre».

La persona, siendo animal, nos diferencia radicalmente del resto de los animales, pues el comer, dormir o la unión sexual son comunes al resto de los animales, pero mientras éstos realizan tales actos desde su instintividad, los humanos las realizamos desde la racionalidad y voluntariedad. «La disciplina –como ya afirmó Kant– convierte la animalidad en humanidad». De aquí también la diferente conducta con el resto de los brutos, pues, como ya observó Millán Puelles: «El hombre come por ser un animal, pero incluso comiendo se distingue de los demás animales, pues al comer, comemos con la fantasía y con la razón, no menos que con la boca y el estómago».

Dificultad

El ser humano ha de aprender comportamientos antropológicos para humanizarse. La dificultad en la educación nos viene dada desde la complejidad de la misma, pues en la construcción humana inciden elementos singulares, genéticos y ambientales. Un mismo código genético permite una amplia gama de seres humanos diversos. Tal complejidad puede y debe ser auxiliada por la profesión vocacional del educador.

El profesor/educador ha de ser profesional y vocacional. El profesor, como profesional ha de saber y saber enseñar, preparación científica y didáctica, pues construir seres humanos es tarea distinta a la de construir puentes, pues el alumno percibe el estado de ánimo del educador, su ilusión y entusiasmo. De aquí la necesidad también de la vocación que es «advocación, llamamiento, inclinación a cualquier estado» (RAE).

Orientaciones

Educar es siempre un proceso perfectivo de comunicación intencional con ciertas características singulares:

1. Es una comunicación recíproca, de relación abierta en el plano intelectual, personal y afectivo. La relación educativa, según Laín Entralgo es: «Una dual y conjunta posesión de la verdad: enseñando el maestro y aprendiendo el discípulo, uno y otro aprenden a convivir en la verdad y en una personal posesión de sí».

2. Una relación entre desiguales, esto es, asimétrica. El maestro/profesor se destaca como superior y el discípulo como inferior, no en dignidad, sino en conocimientos y profesionalidad. Esta superioridad permite al maestro dar y a los alumnos recibir, pues desde la total igualdad es imposible donación alguna.

3. Una relación afectiva. Profesor y alumno deben insertarse en una verdadera relación cordial, pues quien sólo da ciencia se le podrá incluir entre los sabios, pero no entre los educadores. «Maestros que no consigan hacerse amar –como ya escribió A. Manjón– no harán grandes adelantos en la escuela».

4. Una relación formal al ser ésta preestablecida por unas estructuras fijas y legales. La relación será exitosa si el educador sabe pasar de la formalidad al encuentro vivencial y personal, superando la artificialidad de las relaciones impuestas por la organización.

5. Una relación educativa integral, pues educar además de información es formación, transformación positiva de la persona en su totalidad: conocimientos, afectos, relación…, una relación educativa 'cabal', 'integral', 'completa'.

En la actualidad, según Julián Marías: «El profesor debe despertar deseos, deseo de saber; más aún deseo de ver, de mirar, de preguntarse, de quedarse perplejo. Contagiar el pensamiento pensando ante los estudiantes y con ellos es la función primordial del profesor, la única que justifica su existencia. Si no, ¿para qué? Hay libros y ensayos y artículos y mapas y bancos de datos. Todo está mejor y más completo en ellos. Lo que no esta es el entusiasmo, el gusto, la ilusión por el saber».