Consumo y consumismo en la sociedad actual

Enrique Gervilla

Miércoles, 12 de junio 2024, 23:47

Consuno y consumismo son dos vocablos antagónicos. Consumo, según la RAE, es «la acción y el efecto de consumir o gastar bienes y servicios para ... satisfacer necesidades primarias y secundarias». El consumismo, sin embargo, es «la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios».

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Nuestra sociedad actual

Según el Informe AROPE sobre la pobreza en España, un 20,4% de los habitantes de España se encuentran en riesgo de pobreza, lo que significa que tienen unos ingresos inferiores al 60% de la mediana nacional.

Junto a ello, el consumismo convive con la pobreza entre nosotros. La avidez y afán desmesurado de novedades explican y justifican la actual fiebre del consumo centrado sobre todo en la moda y en el culto al cuerpo. El afán de poseer es tal que no permite siquiera gozar tranquilamente de lo poseído. Las industrias producen artículos de escasa duración para así aumentar sus ventas, y las modas se suceden rápidamente haciendo inviable lo todavía útil. Usar y tirar es el lema y la realidad de nuestra sociedad: envases no retornables, vasos y platos de un solo uso, rollos de cocina, servilletas de papel, etc. El hombre de hoy es un permanente renovador, goza más con lo efímero y transitorio que con lo permanente y duradero.

El consumismo en jóvenes y mayores

La indumentaria siempre demanda más. Hoy se necesita una ropa diferente para ir al colegio, otra para estar en casa, distinta debe ser según el deporte: correr o esquiar, la de ir de paseo o la de asistir a una fiesta. Además deben combinar los colores y adecuarse a las distintas estaciones del año, y las prendas serán anchas o estrechas según la moda del momento. Hay que 'estar al loro'. Si a ello sumamos otras 'necesidades' propias del mundo juvenil como excursiones, discotecas, bebidas, equipos de música, ordenador, etc. podemos afirmar que hoy estar 'en la onda' no tiene límites.

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La avidez y afán desmesurado de novedades explican y justifican la actual fiebre del consumo centrado sobre todo en la moda y en el culto al cuerpo

Otro tanto cabe afirmar de los que ya dejaron la edad juvenil. El sueldo nunca es suficiente. Necesitamos adquirir una segunda vivienda para los fines de semana y vacaciones, y si es posible, dejar una a cada hijo. Además, después de un cierto tiempo, hay que renovar el coche, cambiar los muebles, adquirir los últimos electrodomésticos... Y todo ello frecuentemente a base de préstamos. De este modo, gastamos lo que no tenemos, para comprar lo que no necesitamos. El círculo 'comprar-poseer-disfrutar' nunca llega a su fin, pues siempre nos deja ávidos e insatisfechos.

Los medios de comunicación

Los medios de comunicación, de modo acelerado y permanente, nos crean necesidades innecesarias, ofreciéndonos, en cantidad y variedad, toda clase de productos de caducidad acelerada. Su poder de seducción es tal que se hace difícil resistir a su fuerza, pues en un mismo mensaje, directa o indirectamente, junto al bienestar y utilidad del producto, se ofrece también la distinción y pertenencia a un status social superior. De este modo, más o menos conscientemente, el consumismo nos conducen a un materialismo sin límites, en el que tener, gozar y aparentar, vale mucho más que el ser.

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La publicidad, en sus distintos medios y modalidades, presente hoy en todos los grandes medios, alcanza sus objetivos consumistas «atacando» por sorpresa y suavemente, invitando provocativamente, pero sin agredir. Para ello, agita el deseo a la renovación permanente, se desvincula de lo tradicional, sacraliza lo nuevo y muestra el look social. Muy frecuentemente acompañan a sus mensajes cuerpos bellos y eróticos, situaciones placenteras de confort, virilidad o feminidad, juventud, sonrisa y dinamismo... La seducción va más al sentimiento que al razonamiento intelectual. Se sitúa, pues, más allá de lo verdadero y lo falso, con cierto sentido humorístico y fruitivo.

El tener es la medida del ser

El consumismo es un pozo sin fondo que nunca está satisfecho con lo que tiene, pensando en lo mucho que podía tener. Y en consecuencia, pues, es egoísta e insolidario. Para quien vive en y para el bienestar material el tener es la medida del ser. El ideal del materialista es contemplar el aumento del dinero y de sus riquezas, olvidándose de la realidad espiritual de los seres humanos. Y si es verdad que sin la satisfacción de las necesidades mínimas materiales es imposible una vida feliz; no es menos cierto que sólo con la posesión material el ser humano no es tampoco. Junto al cuerpo materia, el ser humano es también espíritu, inteligencia y afectividad. La experiencia nos ratifica que gozamos más intensamente con los bienes del espíritu que con los materiales. El valor de la compañía de una cena, excursión, o convivencia…, suele ser más importante que la comida o el lugar físico.

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El tener y el ser forman parte de nuestra vida. El ser hace referencia a nuestra interioridad, mientras que el tener alude a la posesión material. Los bienes materiales, por ser exteriores a nuestro ser, pueden ser substraídos; sin embargo, es imposible robar nuestro ser: la fe, el amor, la sabiduría o la educación... Lo sustancial es que los bienes materiales puedan contribuir a enriquecer nuestro ser. Lo importante no es 'vivir para tener', sino 'vivir para ser'.

Ya el filósofo griego Epicuro de Samos, en el siglo IV antes a. JC., nos manifestó el modo de ser ricos: «¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia».

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