La encrucijada del PP

Editorial ·

El grado de relación que establezcan los populares y Vox tras el 13-F será la clave de bóveda del futuro inmediato de la política española

Jueves, 17 de febrero 2022, 00:50

La renuencia mostrada por Pablo Casado a que Vox entre en el Gobierno de Castilla y León contrasta con la insistencia del partido de Santiago ... Abascal en exponer su «derecho y el deber» a formar parte del nuevo Ejecutivo; y recuerda más al debate de la moción de censura presentada por Abascal contra Pedro Sánchez en octubre de 2020 que el desarrollo de la campaña para el 13-F. La apelación del líder de los populares a los «principios» de su formación y la rotundidad de Alfonso Fernández Mañueco al asegurar que gobernará con esos principios y con el «programa» del PP no solo anuncian la dilación de las conversaciones para la investidura. Presentan, además, las relaciones entre ambas fuerzas como clave de bóveda de lo que vaya a ocurrir en la política española en lo que queda de legislatura e incluso después.

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La respuesta evasiva de Casado al envite de Sánchez en la sesión de control parlamentario de ayer, en el que el presidente le instaba a decidir ya entre gobernar con Vox o no hacerlo en ninguna institución, demuestra que el PP no quiere despejar ahora esa incógnita y que tampoco está en las mejores condiciones para afrontar el debate interno. Aunque, más allá de cálculos de oportunidad ante las próximas elecciones en Andalucía –que parecen posponerse–, las locales y autonómicas de mayo de 2023 y las posteriores generales, pesa la certeza de que Vox persigue sustituir al PP como principal partido de la derecha en España. Las alianzas de gobierno son siempre dificultosas por muy necesarias que resulten. Pero coaligarse en el poder con quien aspira a hegemonizar el espacio político del partido que ha ganado en las urnas entraña muy serios riesgos. Sobre todo, si el socio es una formación populista y radical, con postulados incompatibles con los vigentes en Europa.

El 28 de enero Abascal actuó en Madrid como anfitrión del primer ministro polaco Mateusz Morawiecki, del húngaro Victor Orbán y de Marie Le Pen, candidata al Elíseo, en un intento de visibilizar que la extrema derecha también puede optar a la presidencia de nuestro país. La pretensión de fagocitar a Vox incorporándole paulatinamente a responsabilidades de gobierno puede resultar muy ingenua si como efecto se produce una simbiosis que deje en nada los «principios» del PP, que llevaron a Casado a explicar con meridiana claridad las razones de su voto en contra a la moción de censura de Abascal: «No queremos ser como ustedes».

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