De las masculinidades políticamente correctas a una verdadera sociedad igualitaria
La masculinidad como identidad ha sido construida históricamente a partir de afirmaciones sobre lo que es ser un hombre, que se ha ido heredando, con ... algunos matices, generación tras generación. En las últimas décadas, las investigaciones sobre masculinidad se han centrado en el peso que tiene para muchos individuos que no se reconocen en esa masculinidad transmitida, y que no tienen muy claro cómo quieren ser. Sin embargo, lo que sí saben es lo que no quieren ser. Esta forma de masculinidad que busca distanciarse de la de nuestros padres y abuelos está aún en construcción por lo que no tiene guías firmes y modelos a seguir como sí han tenido otras generaciones anteriores. Por este motivo, las personas que abrazan esta moderna forma de ser, se han fijado especialmente en las características que no quieren continuar, por ejemplo, tratando de incorporar bolsos 'de hombre' en su indumentaria, dedicando mayor tiempo de crianza a hijos e hijas… A partir de este momento podemos hablar de 'nuevas' masculinidades, poniendo especial atención en el entrecomillado porque queremos plantearnos si realmente son tan nuevas como su nombre indica.
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Como destacan el sociólogo Joan Sanfélix y la antropóloga Anastasia Téllez, la masculinidad contemporánea que se ha visto interpelada por el avance de los feminismos, todavía sigue beneficiándose de las estructuras de dominación que fueron construidas por la sociedad patriarcal de antaño. Estas estructuras de dominación están apoyadas en tres ideas fundamentales:
1. Una parte importante de la sociedad tiene la creencia de que poco más se puede avanzar en igualdad y que las posibles diferencias entre hombres se deben a cuestiones individuales o consensuadas con las personas con las que convivimos.
2. En la última década han aumentado de forma pública y notoria –las redes sociales han ayudado a ello– los discursos de hombres que se sienten amenazados, ignorando todo el privilegio del que aún gozan. Incluso proclaman sentirse víctimas de los avances en igualdad que algunos países han experimentado, con mensajes agresivos manifiestamente patriarcales.
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3. Las nuevas masculinidades todavía encierran unos privilegios que en muchas ocasiones son imperceptibles incluso para quien las pone en práctica, aunque el término sugiere una ruptura radical con la masculinidad hegemónica. Si analizamos con datos nuestra realidad social, todavía existe una importante brecha salarial, desigual ocupación de espacios de prestigio y un uso diferenciado del tiempo y el espacio urbano. Centrándonos en las narrativas que promulgan las 'nuevas' masculinidades, ¿hasta qué punto transforman el sistema patriarcal que dicen querer superar? Se busca desmontar estereotipos tradicionales, cuestionar privilegios y promover relaciones más igualitarias. Se pone el acento en la importancia de mostrarse vulnerables, deconstruirse como hombres, se habla de corresponsabilidad en los cuidados y las tareas del hogar… El mensaje es importante, pero si no queremos que quede en algo vacío, es importante acompañarlo con una actitud que lleve a una práctica que renuncie a las ventajas y que cuestione las estructuras de una sociedad que sigue subordinando lo femenino.
Si estas 'nuevas' masculinidades quieren ir más allá del gesto simbólico o la estética reformista, deben traducirse en una práctica que cuestione radicalmente las estructuras que reproducen desigualdades. No basta con compartir tareas o mostrarse vulnerable; lo verdaderamente transformador implica renunciar a los privilegios que se han naturalizado como derechos, ceder espacios y evitar que el relato sobre 'deconstrucción masculina' termine desplazando nuevamente a las voces que históricamente han sido silenciadas. Como advierte la socióloga Beatriz Ranea, sin imaginar otros modelos posibles de ser hombre, sin perder el miedo a dejar de estar en el centro, seguiremos llamando 'nuevas' a formas recicladas del mismo patriarcado.
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Si queremos generar una sociedad más igualitaria, tenemos que ser conscientes de que la problemática que detectamos en las 'nuevas' masculinidades también es compartida en otras esferas. Un ejemplo lo podemos ver a nivel institucional. Pensemos en las instituciones o entidades públicas que trabajan para la ciudadanía desde ámbitos como juzgados, comisarías, centros sanitarios, centros educativos... La Ley 15/2022, de 12 de julio, tiene por objeto garantizar y promover el derecho a la igualdad de trato y no discriminación, y respetar la igual dignidad de las personas en desarrollo de los artículos 9.2, 10 y 14 de la Constitución. Si bien, desde la creación en febrero de 2024 del Observatorio de la Violencia Institucional Machista –primer observatorio en Europa sobre esta temática– ha recibido más de 250 casos a través de su canal en línea de denuncia colectiva a día de hoy. Entonces, ¿cómo podemos superar estas dinámicas para así construir una sociedad más igualitaria? Es importante que a nivel individual y colectivo hagamos un ejercicio de autocrítica profunda. Como señala Beatriz Ranea en su libro 'Desarmar la Masculinidad', necesitamos vislumbrar la posibilidad de otras formas de construir la masculinidad, porque sin la perspectiva de creer en otros modelos, el camino hacia una sociedad más igualitaria seguirá encontrándose con las múltiples barreras que siembra la masculinidad de siempre.
Desde nuestro punto de vista, estas masculinidades son cómplices de mantener el sistema de dominación comunicando un mensaje de renovación mientras se ocupan los mismos espacios de siempre. Creemos que el camino a seguir para una verdadera transformación es asumir un papel activo en la esfera del cuidado y reconocer los privilegios inherentes a su condición masculina en un sistema patriarcal. Esta reconfiguración, como sostiene la profesora Irene Comins Mingol, no solo es una cuestión de equidad, sino una condición esencial para la transformación social y la construcción de una verdadera cultura de paz. Si incorporamos a todas las personas el cuidado como una forma de ser y relacionarse con el mundo, aprendiendo a cuidarnos, a ser cuidadores y que nos cuiden, estaremos contribuyendo de una forma más eficaz a una verdadera sociedad igualitaria.
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