Y, sin embargo, la vida
Tribuna ·
Kieran Setiya escribe en 'La vida es dura' de la enfermedad, la soledad, el duelo, el fracaso, la injusticia, el absurdo y la esperanza, y lo hace a la luz de la filosofía, citando a Platón, Descartes, Nietzche, Marx, Adorno, Gubar o Virginia WolfHace poco vi en un periódico un titular provocativo sobre la filosofía de la felicidad; pensé que sería uno de esos estudios sobre cómo debemos ... vivir y que, en este caso, se había ido al extremo opuesto del todo está en tus manos, la actitud es lo importante, si quieres, puedes…, que sitúan en cada individuo la capacidad de triunfar – ¡oh, el éxito! – y la responsabilidad del fracaso. Pero no quise dejarme llevar por un prejuicio y seguí leyendo; así supe que el periódico hablaba de un libro de reciente aparición de un filósofo inglés, que lleva por título 'La vida es dura'. Claro – pensé yo, desde mi optimismo militante, desde mi esperanza siempre esperanzada – , claro que es dura; más, desde luego, para unas personas que para otras, según la clase social, el lugar en el que viven, la discriminación de género… y más en determinados momentos históricos: crisis, guerras, pandemias, etcétera.
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Me pregunté las razones que habrían llevado a Kieran Setiya, que es el autor, a escribir un libro con ese título y me respondí que quizás sea porque vivimos tiempos en los que, parafraseando a Bertolt Brecht, es necesario hablar de lo obvio, y lo obvio es que, a lo largo de la vida, tenemos que encarar situaciones dolorosas. Pero quería tener algunos datos más del libro y encontré un subtítulo en forma de pregunta: 'Cómo la filosofía puede ayudarnos a encontrar nuestro camino', un índice que enumera los distintos aspectos que aborda y que son la enfermedad, la soledad, el duelo, el fracaso, la injusticia, la absurdidad y la esperanza y leí en la introducción algunas de las ideas que desarrolla: expresa la contradicción de que somos herederos de una tradición que nos insta a centrarnos en lo mejor de la vida, cuando somos dolorosamente conscientes de los rostros de su dureza; considera que no es lo mismo ser feliz que vivir bien, que debemos repensar el significado del éxito y del fracaso, de los proyectos y los procesos y que, para vivir bien, no podemos separar la justicia del bien propio ni aislarnos de los demás y afirma que este libro trata de sacar el máximo partido de la condición humana, y lo hace a la luz de la filosofía, citando a Platón, a Descartes y a Nietzche, a Marx y a Adorno, a Susan Gubar, a Sandra Gilbert y a Virginia Wolf, entre otros muchos nombres.
Sé que muchos filósofos, desde Aristóteles a Kant, nos dicen que la felicidad es la mayor aspiración de las personas e incluso un deber, pero también es cierto que otro filósofo, Albert Camus, hizo añicos esa idea cuando dijo que los seres humanos mueren y no son felices, que las plagas existen y que lo que da sentido a la vida es la conciencia. Y pensé de nuevo que la vida es dura, que vivimos situaciones dolorosas y difíciles, pero debemos saber que las afrontamos como seres históricos y que, en nuestros pensamientos, en nuestros actos y en nuestras decisiones, late una forma de ser y estar en el mundo, en el mundo capitalista que, en esta fase, se caracteriza por el individualismo, la competitividad y el culto al cuerpo.
Quizás eso sea lo que nos aliena y nos impide ver la realidad: hay que ser libres y felices, con actitud y pensamiento positivo – o al menos aparentarlo – para competir en el mercado y conseguir cuotas de felicidad envueltas muchas veces en artículos de consumo.
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Porque claro que la vida es dura, pero también nos depara momentos hermosos, de paz, de felicidad, de satisfacción, que serán más plenos en la medida en que respondan a la verdad, a la responsabilidad, a la cooperación y al esfuerzo compartido. Sin frustración, porque trabajamos no solo por un objetivo, sino valorando cada paso del proceso; sin la impostura de lo fácil, porque venimos de una historia de lucha y con la esperanza, como dice un poema anónimo vietnamita en su último verso, de que jamás la vida se declara vencida.
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