Renfe necesita reinventarse

El tren de calidad precisa de estrategia, no excusas, para evitar esa persistente imagen dañina con viajeros varados o vagones que arden

Editorial

Jueves, 4 de septiembre 2025, 22:45

La política ferroviaria española parece atrapada en un bucle de improvisaciones y temores. Mientras Renfe continúa acumulando quejas por averías, demoras y por algo tan ... elemental como su página web, el debate público se centra en grandes cuestiones estratégicas endémicas. El resultado es una sensación de desorden que no se corresponde con un país que presume de tener una de las redes de alta velocidad más extensas del mundo. El caso de Talgo es paradigmático. Una empresa emblemática, símbolo de innovación ferroviaria, hoy navega en la incertidumbre. Se habla de certidumbre empresarial, pero la realidad es que la política pesa más que la estrategia industrial. El Gobierno frena la competencia en redes hasta 2028, por una mezcla de razones técnicas y miedo a perder el control. Mientras se esgrimen razones de «seguridad nacional» para impedir opas extranjeras, se exploran proveedores europeos que relegan a los fabricantes españoles. Una incoherencia difícil de justificar.

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El transporte de mercancías, vital para cualquier transición hacia una movilidad sostenible, sigue relegado a un segundo plano. No hay plan ambicioso ni inversión decidida. Lo que persiste son imágenes dañinas para la reputación del sistema: trenes ardiendo, viajeros varados e improvisaciones logísticas. Escenas que minan la confianza del ciudadano y proyectan al exterior la idea de un país incapaz de gestionar con seriedad su red ferroviaria.

Ayer, el ministro Óscar Puente compareció en el Congreso a petición propia. Un gesto que, en principio, denota voluntad de dar explicaciones. Aun así, lo verdaderamente necesario no son comparecencias puntuales para apagar fuegos, sino un compromiso real con una hoja de ruta coherente y duradera. Porque aunque las cifras de pasajeros crecen exponencialmente y la alta velocidad se consolida, ese éxito corre el riesgo de ser un espejismo si no se acompaña de visión política y claridad industrial. La intervención del ministro coincidió con la caída del sistema informático de Adif, que afectó a la alta velocidad con origen y destino Madrid, un episodio más que socava al servicio público por los reiterados incidentes. El ferrocarril no puede seguir siendo rehén de una gestión que confunde prudencia con parálisis. El tren de calidad necesita estrategia, no excusas.

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