Putin asume más riesgos

Los aliados de Ucrania deben acelerar una respuesta adecuada a la creciente amenaza rusa en espacios aéreos y marítimos europeos

Editorial

Lunes, 6 de octubre 2025, 00:10

Imposible pensar ya en incidentes aislados. Ni especular con posibles «errores», como intentó Donald Trump cuando diecinueve drones violaron el espacio aéreo de Polonia el ... 11 de septiembre. En las últimas semanas cada vez más países que pertenecen a la Unión Europea y a la OTAN sufrieron incursiones de distinta gravedad por parte de aparatos no tripulados: Rumanía, Noruega, Dinamarca, Alemania o Bélgica. Tampoco Estonia se libró de un episodio aún más severo, doce minutos de sobrevuelo de tres cazas rusos armados el día 19, la misma jornada en la que otros dos aviones de combate se acercaron a una instalación petrolífera polaca. F-35 de la Alianza Atlántica tuvieron que expulsar a los intrusos. El Kremlin niega una y otra vez la paternidad de este peligro creciente.

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Más allá del sobresalto en el corazón de una Europa que sufre, desde hace casi cuatro años, la guerra desatada por Vladímir Putin en Ucrania, la amenaza híbrida plantea un riesgo cierto para la seguridad aérea. Pueden atestiguarlo el hackeo del GPS del avión que trasladaba a la presidenta de la Comisión Europea a Bulgaria, a finales de agosto, o el posterior intento de perturbar el vuelo a Lituania de la ministra española de Defensa en las cercanías de Kaliningrado. Este enclave por el que Rusia se asoma al Báltico es centro habitual de interferencias en la navegación aérea. Y tampoco la marítima se libra de agitación. Dinamarca denuncia repetidas provocaciones en sus estrechos, con buques rusos en rumbo de colisión o que apuntan sus armas contra barcos daneses.

Cada vez más frustrado en su prolongado intento de apoderarse de Ucrania, Vladímir Putin trata de agrietar el apoyo a Kiev de la UE y la OTAN. Sueña con replicar –como el jueves en Múnich– el caos que los drones ucranianos prodigan en sus aeropuertos. Se sirve de su vetusta 'flota fantasma', de la que se sospecha que actúa como plataforma de drones. Pone a prueba la eficacia de los sistemas defensivos del flanco oriental de la Alianza e intenta que los europeos vivan con miedo. Los múltiples encuentros de estos días deben acelerar una respuesta adecuada al atrevimiento ruso, que no pasa necesariamente por derribar aeronaves sino por hacer que Moscú desista de lanzarlas. Una tarea que necesita avanzar en el bloqueo de los petroleros clandestinos en el Báltico, mantener la colaboración de EE UU y aprovechar el acreditado potencial de Ucrania.

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