El paulatino traslado al verano de un problema manifestado hasta ahora básicamente en las fechas de frío más intenso –la pobreza energética– figura entre los ... efectos colaterales de un cambio climático cuya inequívoca plasmación en el día a día desnuda el vacío argumental de sus negacionistas. Olas de agudo calor como la que acaba de azotar el país ponen en jaque a familias sin recursos para mantener, en tales circunstancias, unas condiciones de confort mínimamente dignas en sus viviendas. El 17% de los hogares no se las puede permitir, tres puntos más que hace un año, según el INE. No es que esta preocupación haya desaparecido en invierno, sino que se ha visto amortiguada por la creciente frecuencia de temperaturas más cálidas de lo habitual. Estos datos reflejan el impacto en los sectores más vulnerables del alto coste de la electricidad, pese a su descenso en los últimos meses, y de la inflación acumulada en ellos, lo que aconseja focalizar en esos colectivos las ayudas públicas. Los continuos cambios en la tarifa de la luz, que afectan a los horarios más baratos, y la escasa eficiencia energética de numerosos pisos agravan un problema que no debe ser ignorado.
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