Duende
La Carrera ·
Lo del sábado muestra que la gente empieza a estar hasta el moño de una deriva que a muchos progresistas parece peligrosa, y que provoca manifestaciones como las del otro día en MadridEl sábado se cumplió un siglo del nacimiento de Lola Flores y en Madrid hubo manifestación para celebrar su duende a lo grande, va y ... me dice tía Gertrudis mientras guiña un ojo. Al principio no caí en la cuenta y reconocí que el aniversario de La Faraona merecía el cónclave ciudadano de hace un par de días en Cibeles; y por más que la tita repitió el mohín, no reparé en la coincidencia de fecha entre el centenario de la folklórica y la manifestación contra Sánchez.
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Quizá no caí a la primera porque tía Gertrudis siempre que puede enarbola la bandera de la artista jerezana como ejemplo de mujer que, a propio intento, quebró el prototipo franquista de hembra dócil y abnegada con que la Sección Femenina adoctrinó durante décadas a sus acólitas. Pero en cuanto me percaté de por dónde iban los tiros –confieso que al tercer guiño-, me estiré el jersey y como quien no quiere la cosa dije a la tita que más que celebrar el duende de doña Lola, lo del sábado fue la respuesta ciudadana a un llamamiento a la conjura cívica.
No era una onomástica, ni una romería –añadí-, aunque por el número de congregados y el entusiasmo lo pareciera. No, la del sábado no fue una verbena multitudinaria, ni cita masiva para una actuación gratuita de los Rolling, sino una reunión reivindicativa y copiosa, con su punto festivo -que para eso eran españolitos los reunidos y los convocantes-, pero allí bromas creo que hubo las justas; y así ha debido encajarlo su destinatario. Aunque esto último sea mucho suponer, pues estoy casi convencido de que el doctorcito no se habrá dado por aludido. Eso sí, lo que no podrá negarse al responsable de la volatilidad de la política española es el mérito de transformarla en deporte mendaz de doble cara, donde lo único que importa es la percha y nada el contenido.
Y de que te extrañas –apostilló tía Gertrudis-, si hasta el presidente de la RAE, prestigioso jurista para más señas, insiste en afirmar que algo está pasando cuando consentimos que convierta la Constitución en un texto cada vez más marginal. Y lo dice Muñoz Machado, cabeza de una de las escasas instituciones españolas que no están en crisis; al menos todavía.
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Sí, mal camino llevamos si las mentirijillas se institucionalizan, si la Constitución se pone en solfa –dije- y poco a poco se arrincona hasta meterla en el cajón de los trastos inútiles. Es probable que Sánchez dé por bueno que ese sea el tributo que hay que pagar para tener contento al populismo y a Bildu, y que sea ese el precio para que sigan escupiendo por un colmillo los 'indepes'.
Pero lo del sábado muestra que la gente empieza a estar hasta el moño de una deriva que a muchos progresistas parece peligrosa, y que provoca manifestaciones como las del otro día en Madrid, donde la capitalización del descontento social puede ser algo más que un síntoma de lo que se avecina en las próximas elecciones, donde algunos puede que pierdan el duende.
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