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El dolor de hoy es la fuerza del mañana: lecciones de una pandemia

TRIBUNA DE LA UJA ·

Rafael Lomas vega

Jaén

Miércoles, 17 de noviembre 2021

Mientras escribo este artículo compruebo que se contabilizan más de 250 millones de infectados en el mundo y más de cinco millones de muertos, achacables ... total o parcialmente a los efectos de un virus nuevo para el que la humanidad carecía de inmunidad. La coincidencia casi iguala el número de decesos en el mundo con los infectados en España donde, particularmente, se contabilizan más de 87.000 fallecidos.

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La gestión de la pandemia empezó mal desde el momento en que la corrección política se impuso a la corrección terminológica. Con la gran pandemia de finales del siglo XX, el agente infeccioso se denominó 'Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH)' y a la enfermedad se la llamó 'Síndrome de Inmunodeficiencia Humana (SIDA)'. Al virus de esta pandemia se le ha denominado 'Síndrome Agudo Respiratorio Severo por coronavirus' y a la enfermedad se le llamó Enfermedad (Disease en inglés) por el coronavirus de 2019 (Covid-19). Y toda esta confusa terminología para evitar la incorrección política del uso de denominaciones que incluyeran la identificación con algún área geográfica o especie animal. Ni gripe española, ni aviar, ni porcina, ni virus de Wuham o del murciélago serían hoy por hoy aceptables.

Convulsiones

La propia letalidad del virus, que se ha cebado con la población más vulnerable, y la respuesta del mundo a la amenaza, han provocado una de las convulsiones sociales mayores desde la última guerra mundial. En España, los datos oficiales informaron de 50.800 decesos con prueba positiva en SARS-COV-2 durante 2020, pero los datos de mortalidad por cualquier causa apuntaron casi 75.000 fallecidos sobre los previsibles. Este exceso de mortalidad seguramente será achacable a la grave distorsión que la epidemia provocó en los sistemas sanitarios y a los perjuicios sobre la salud de las mismas medidas adoptadas. Si tenemos en cuenta que la pandemia ha sido mundial pero que el exceso de mortalidad ha sido muy variable entre los diferentes países, podremos determinar que la respuesta a la crisis y la preparación de los sistemas sanitarios es una cuestión mayor y que, por tanto, se pueden y se deben extraer lecciones para paliar los efectos de futuras pandemias. En el Siglo de la Medicina Personalizada, no parece que el uso de técnicas preventivas de inspiración medieval, como los confinamientos masivos, ni las prescripciones indiscriminadas puedan seguir siendo las claves para el control de la enfermedad.

Por otro lado, y a pesar de los fallos y los déficits de liderazgo, esta crisis sanitaria servirá para dar visibilidad a aspectos relevantes que la ciencia y la salud tenían descuidados. Un claro ejemplo es la presencia de secuelas en pacientes recuperados parcialmente de la enfermedad y que se suele denominar 'Covid persistente'. El o la 'Covid persistente' se refiere a una nueva enfermedad o nuevo síndrome que aún está pobremente definido y del que se desconoce la etiología o los factores predisponentes. Se ha detectado que puede afectar entorno al 10% de los enfermos, el 80% de los cuales estuvo hospitalizado, y que raramente afecta a los niños. En tiempos de post-verdad es común encontrarse informaciones en la prensa general que tienden a malinterpretar datos epidemiológicos sobreestimando la prevalencia y extensión del problema. En realidad, el o la Covid persistente (Long Covid en inglés) es una mezcla heterogénea de síntomas presentes en síndromes ya existentes pero tradicionalmente obviados por la ciencia, como son el Síndrome de Fatiga Post-viral, que se refiere a una sensación de cansancio y debilidad que persiste después de una infección viral, y al Síndrome Post-UCI, término acuñado en 2010 por la Society of Critical Care Medicine.

Por otro lado, uno de los cambios importantes acaecidos durante esta pandemia ha sido la extensión de la Fisioterapia a las Unidades de Cuidados Críticos como respuesta a la preocupante saturación de pacientes ingresados con graves problemas respiratorios. Desde los colectivos profesionales ya se venía insistiendo en la disponibilidad de evidencias que mostraban que la Fisioterapia Respiratoria salvaba vidas en la Unidades de Críticos y que en España se apreciaba un grave déficit en este sentido. En el estado actual en el que la fase más aguda de la pandemia parece haber amainado en España, que no en el resto del mundo, es momento de plantearse también qué va a ocurrir con los enfermos con secuelas graves. Por el cuadro clínico que presentan estos pacientes, caracterizado por fatiga, cansancio, dificultad respiratoria o problemas de equilibrio, entre otros síntomas, parece claro que la Fisioterapia no se circunscribirá a la atención de pacientes con Covid-19 en fase aguda, hecho que ha supuesto la verdadera novedad, si no que tendrá un papel mayor en la rehabilitación de pacientes en fase sub-aguda y crónica.

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Ambulatorios

Cabe recordar que fue justamente hace 40 años cuando la respuesta a la crisis sanitaria provocada por el aceite de colza generalizó la presencia de Unidades de Fisioterapia en los centros de atención secundaria. Fue esta tragedia, que provocó en torno a 4.000 muertes y 25.000 afectados, la que llenó nuestros ambulatorios de fisioterapeutas, dando a conocer a la profesión sanitaria, y a la sociedad en general, algunas de las muchas posibilidades que esta joven disciplina científica y sanitaria ofrecía para la recuperación de pacientes con secuelas físicas graves. Y ha sido la crisis actual la que ha normalizado la presencia de fisioterapeutas en las Unidades de Críticos, mostrando que las posibilidades de la Fisioterapia son mayores de las que actualmente se aprovechan. Se cumple así la premisa de que el dolor de ayer es la fuerza de hoy, y será el dolor de hoy quien nos dará la fuerza para el mañana, así como la capacidad de entender y atender a tantos pacientes con síndromes olvidados como la Fatiga Crónica, la Fatiga Post-viral o el Síndrome Post-UCI. Si no hubiera dificultades, tampoco habría hazañas, o como dejó escrito Jean de la Bruyere «de las dificultades, nacen los milagros». Aprovechemos pues las tribulaciones de hoy para fabricar una atención sanitaria más eficiente y, en definitiva, para lograr un mundo mejor.

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